Por La caída de los dioses ya sabíamos que este tipo de temática, basada menos en la guerra y más en las sensaciones y visiones del ser humano ante la llegada de los nazis, había sido inspiración para Cabaret de Bob Fosse que la rodó en 1972 y para Portero de noche de Liliana Cavani. En Cabaret hay un paralelismo entre lo que se ve en la película y lo que pasa en Berlín y en Alemania con la llegada de los nazis. Hay una enorme explosión inicial de ilusión y de alegría que se va apagando conforme crece con fuerza la violencia y el miedo y también mueren las expectativas del cambio que nunca llega para Sally Bowles y que se ve relegada en el Kit Kat Club a un activo más para generar entretenimiento.
Cabaret es un musical brillante aprovechando al máximo el escenario diminuto del Kit Kat. Las chicas ¡una banda de mujeres! y las bailarinas aprovechan la luz, la música, el vestuario y el talento a raudales del maestro de ceremonias ¡un artista total Joel Grey! para ofrecer espectáculos atemporales, divertidos y fascinantes. Y éso es lo que hay en el Kit Kat, un lugar en el espacio tiempo en el que vivir de forma diferente a lo que pase ahí fuera ¡los nazis! aunque podría ser cualquier amenaza que perturbe la libertad.
Bob Fosse es el director de Cabaret. En 1973 hizo un musical perfecto. El aprovechamiento del espacio, de la luz, la posición de las cámaras y el ritmo está copiado en la historia del cine hasta la extenuación. Su legado permanece y Cabaret sigue siendo atemporal aunque muy triste.
Bob Fosse metió más ingredientes en el musical, el ambiente de la pensión ¡hay un Álex de la Iglesia por ahí! con autores de pornografía, alemanes escépticos y otros esperanzados con el futuro. Hay mucha desigualdad en Cabaret ¡la clase media no es tan fácil de conseguir! y se mezcla lo pintoresco, lo estrafalario, lo artístico, los ricos y los pobres ¡esa manga roída escondida debajo de la chaqueta!
Y todo funciona en Cabaret con una rica, que dejará de serlo, interpretada por Marisa Berenson que descubrirá el amor de forma violenta en el sofá. O el barón interpretado por Helmut Griem que bien podría ser un personaje escapado de La caída de los dioses y del que se puede esperar que sucumbirá a la presión nazi, o no y se rebele.
Hay una escena de una canción que empieza como una bucólica estampa en el campo ¡pájaros y flores! y que conforme avanza el ritmo se convierte en un alarde de nazismo secundado por todos los presentes excepto el superviviente de la primera guerra mundial que piensa que esos sueños ya los ha vivido y que terminan mal.
Ese musical, sin apenas coreografía más allá del brazo levantado y extendido, es de auténtico terror y es un montaje acertadísimo de cómo las masas son capaces de sucumbir a los deseos de los demás y que necesitar un reconocimiento en los demás para vivir puede traer consecuencias.
La frase que lanza el personaje de Michael York al Barón es demoledora:
¿Todavía crees que les podéis parar los pies?
En el final Sally no consigue remontar y pierde la esperanza. También la sociedad alemana se rinde ante la llegada del nazismo y se llena de esperanza para lo que puede venir. Aunque siempre nos quedará el Cabaret para ahogar las penas, vivir en la locura, ser libres, hedonistas y desenfrenados. No hay ningún cabezazo en Cabaret y la película se disfruta especialmente con el ritmo inicial que no da tregua al espectador.
Liza Minelli tuvo una carrera en el cine aunque mis recuerdos de ella están sólo en esta película. Liza Minelli estaba es la década de sus veinte y Bob Fosse supo aprovecharlo para interpretar a una joven llena de sueños, con un padre poderoso aunque despegado de ella y con un descaro y unas ganas de exhibirse totales. Sus números musicales, su voz, su forma de adaptarse a la actuación musical ¡el vestuario, el peinado y el maquillaje siguen siendo tendencia! y de interpretar con Joel Grey son momentos para la historia del cine.
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