Los Fabelman (The Fabelmans) cuenta lo que durante muchos años hemos ido leyendo sobre Steven Spielberg. Lo que no nos imaginábamos es que sería él mismo el que nos lo contaría en el estupendo drama que es Los Fabelman y que nos daría todas las referencias de su cine posterior.
Y es que durante la infancia de Steven Spielberg su madre le permitía llenar su casa de arena para simular un desierto en el que podía rodar historias con una cámara Kodak de 8 mm. Esta escena no se muestra en la película aunque viéndola sabemos que la hizo y que además lograría un resultado espectacular. Spielberg sí muestra la época en la que el mundo, especialmente Estados Unidos, estaba cambiando debido a la llegada de la tecnología y de la microelectrónica a la vez que disfrutaba con el pasado reciente del cine de aventuras, familiar y lleno de grandes valores. Su padre es el que representa la tecnología y el talento y su madre es la resistencia artística y el corazón necesario para vivir. Sobre esos conceptos Steven Spielberg hace equilibrios en su talentosa vida ofreciéndonos películas maravillosas de acción y aventuras.
Gabriel LaBelle es el protagonista interpretando a Sammy Fabelman y está estupendo en la película. El personaje aprende, como debió hacer Spielberg, sobre la marcha y se le nota la visión y el talento. El actor también progresa y realiza una interpretación ejemplar.
Spielberg comenzó con una cámara súper 8 a los doce años y ganó un premio a los trece por la película Escape to nowhere, una grabación de 40 minutos sobre soldados de la segunda guerra mundial que escapaban del ejército nazi en el desierto de Libia. Algo de éso se puede ver en la película. También sabemos que grabó historias influidas por la posguerra en Estados Unidos y que disfrutó con el cine norteamericano procedente de directores como Frank Capra y John Ford llenos de valores familiares, de códigos de honor, de aventuras y de héroes.
Entres sus inspiraciones están Centauros del Desierto (The Searchers) y ¡Qué bello es vivir! (It’s a wonderful life!)
Aunque hubo otros directores y otras películas, por ejemplo, Lawrence de Arabia, de David Lean, El mayor espectáculo del mundo, de Cecil B. De Mille sobre el circo y que al parecer fue la primera película que vio en 1952 con cinco o seis años de edad ¡y que se muestra en la película! y el director Jack Arnold y sus películas de las que El increíble hombre menguante todavía recordamos el terror que pueden producir un gato y una araña vistas enormes.
Las películas que al parecer no le gustaban tanto fueron las de Disney: Blancanieves, Fantasía y Bambi, que también vio cuando era niño y de las que no hay referencias, no recuerdo bien, en Los Fabelman.
Spielberg no fue nunca un buen estudiante, aunque tampoco parece que sus padres se preocupasen mucho por ello, era tímido y delicado ¡cómo sabe superar el acoso escolar de forma inteligente!, no era un gran lector, consumía cómics y por supuesto la televisión que empezaba a invadir los Estados Unidos. Además formaba parte de una generación que empezaba a ser multitarea aunque todavía no había llegado Internet.
La generación de Spielberg utilizaba simultáneamente la radio, la televisión, el tocadiscos, el perro ladrando ¡y hasta un mono!, el timbre de las puertas sonando y por supuesto las llamadas por el teléfono con ese cable extensible. Esas escenas las hemos visto en sus películas, especialmente las de los años 80, decenas de veces. ¡Teléfono, mi casaaaaaa!
También se apuntó a los Boy Scouts ¡las bicicletas y la inspiración para ET en el futuro! y estudió clarinete para desfilar con la banda de música. Otras actividades que hacía Spielberg, en una tradición muy estadounidense, era realizar trabajos en los que conseguir dinero y así sacar adelante sus proyectos. Por ejemplo, alquiló con dinero de su padre una sala de cine para proyectar una película de 140 minutos realizada por él y obtuvo beneficios por la venta de entradas, y probablemente de refrescos y palomitas, de 100 dólares. Son demasiadas experiencias para llenar una película aunque se intuye que Sammy pudo hacer lo que quisiera con mientras sus padres lo acepten.
También contrató a actores entre los Boy Scouts para realizar una película pagándoles ocho dólares y que obtuvo pintando troncos de árboles de los vecinos. Esa película, Gun Smoke o The Last Gun, le encantó a los scouts y le dieron su insignia de Photo Proficiency. Muchas de estas escenas aparecen en Los Fabelman.
Como hemos comentado el ambiente familiar fue propicio para estimular la imaginación y creatividad de Steven Spielberg. Cuando consideró que la cámara Kodak de 8 mm era insuficiente para obtener mejores películas, consiguió que su padre le regalara una cámara con tres lentes que servía para realizar planos largos, medios y primeros planos. De esa forma su capacidad de generación cinematográfica se multiplicó. La fascinación que le generó este artefacto en su talento creativo se amplificó cuando además aprendió a montar las escenas grabadas con disciplina y paciencia.
Parece que el objetivo de Spielberg era hacer feliz a todo el mundo por eso desarrollaba su imaginación e ingenio y quería obtener aceptación y reconocimiento por lo que hacía. Estoy convencido de que su producción cinematográfica mantiene ese espíritu de entretenimiento aunque utilizando el lenguaje norteamericano basado en un mensaje directo, simple, con significado y envergadura limitada.
El cine de Steven Spielberg me gustó en mi infancia y juventud: el mundo extraterrestre de E.T., el miedo de Tiburón, las extraordinarias aventuras de Indiana Jones llenas de un romanticismo inspirado, parece, en los encuentros entre Katherine Hepburn y Spencer Tracy y que disfrutaba en su infancia.
Luego le perdí la pista porque ni el Parque Jurásico, ni la Lista de Schindler, ni Hook, ni Minority Report me decían mucho y además me entretenían muy poco, quizá fue el momento en el que Spielberg decidió intentar transmitir un mensaje más importante y conmigo no lo consiguió. De las más recientes me quedo con Salvar al Soldado Ryan porque está llena de códigos de honor como las películas de Ford y Capra. Las últimas que he visto ‘Ready Player One’ o West Side Story me parecen estupendas aunque la revisión que hizo de la historia de los Jets y los Sharks es apabullante.
Steven Spielberg forma parte de un grupo de cineastas que empezaron recuperando el gusto por el cine clásico y de aventuras. Ellos han creado su estilo propio que se mantiene muy vivo y que es maravilloso porque gusta a varias generaciones. Son Ron Howard, Tom Hanks, George Lucas y Robert Zemeckis.
Una de las películas más grandes de Spielberg fue Tiburón, de 1975, recaudó 260 millones de dólares en los Estados Unidos y 458 millones de dólares en el resto del mundo. Steven Spielberg tenía un porcentaje sobre los beneficios así que se convirtió en millonario antes de los 30 años.
Los Fabelman tiene más historias aunque me parecen muy aburridas, la emoción está en ver cómo Steven Spielberg se convirtió en el Rey Midas de Hollywood con mucho talento, arte, rodeándose de los mejores y sobre todo recibiendo los consejos ¡y atendiéndolos! de John Ford. Sólo por ver esa escena vale toda la película.
Para que no haya spoilers de la película aquí el propio Steven Spielberg se anticipaba a Los Fabelman en más de diez años. O quizá no porque creo que Steven Spielberg sabía lo que iba a hacer en su vida desde muy pequeño.
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