La serie de Bosch lleva ya un montón de temporadas. Ahora se han inventado Bosch Legacy porque la pareja Titus Welliver y Mimi Rogers funciona estupendamente en la pequeña pantalla. Se encontraron en las temporadas anteriores, con mucho enconamiento y aspereza, y han terminado haciéndose muy colegas y lo hacen fenomenal en pantalla. Especialmente quedan muy bien cuando aparecen en la sala del juez con Bosch vestido de traje y Honey Chandler echándole talento y fuerza para desarmar a los rivales. Se lo pasa mejor cuando se enfrenta a la fiscalía a la que se presentará próximamente, aunque éso lo veremos en temporadas futuras.
La serie es sujeto, verbo y predicado. Los planos son como tiros secos y no hay espacio para recrearse. Bosch es muy directo y sus miradas contribuyen a hacer la serie tan potente y atractiva. Su forma de soltar las palabras también impacta. Se deja la mitad de las letras en sus discursos directos con los que enfrenta y contrasta sus hipótesis. Sólo se vuelve tierno y cariñoso cuando está con su hija, a la que quiere por encima de todo, con su perro Coltrane y con su colega Mo que va creciendo en protagonismo y que en la segunda temporada tiene una historia muy bonita de amor y hacker, lo que quiera que signifique éso.

El amor por su hija Maddie, a la que hemos visto crecer en la serie hasta llegar a convertirse en patrullera de la ciudad de Los Angeles, es inmenso y su instinto de protección es desmesurado. Tanto que hasta Maddie siente que tiene que volar sola. Sin embargo tienen que protegerse mutuamente y la serie sirve para reflejar cómo se cuidan, se vigilan y se van ayudando en la lucha contra los malandros de los que Bosch, dice, que nunca para de haber y que por éso hay que ir con la Ley.
El destino de Bosch está en manos de mujeres. Tanta testosterona y luego es muy cariñoso. Ya perdió a su mujer y ahora tiene que cuidar de su hija. La abogado Honey Chandler ejerce un magnetismo especial sobre él y ya veremos qué nos depara la serie en el futuro. Mientras tanto, cuando le vemos con ella a él le queda estupendamente el traje, mejor que las camisetas y el desaliño con los tatuajes desparramándose por los brazos. Y sin embargo es su uniforme para luchar contra los malos.

Bosch es un policía contundente y ultra disciplinado. Aunque hace cosas que trascienden a su capacidad. Y ahí está también el atractivo de la serie. Que nunca sabes qué pasa y por qué. Las primeras temporadas eran fascinantes porque las tramas se enredaban y al final siempre había corrupción en las más altas esferas. Y sin embargo Bosch lidiaba con lo peor de las calles mientras se acercaba a los mandamases provocando un odio intenso hacia él.
Lamentablemente ya falleció Lance Reddick, que no tiene nada que ver con Woody Strode, y al que admiramos por su papel en Fringe, una serie inolvidable con una ciencia ficción de lo más entretenida. Aquí Lance Reddick interpreta a Irvin Irving que crece y crece en su puesto como funcionario hasta llegar a la política y poder exclamar éso de f#cking Bosch.

En Bosch todavía aparecen puntualmente personajes de la serie original. Unos personajes entrañables eran la pareja de policías ¡los viejillos de los muppets! que echaban siempre una mano a Bosch en sus pesquisas. Ya están jubilados y viven disfrutando de su retiro aunque algún favorcillo le siguen haciendo a Bosch. También Jerry Edgar, el que fue su compañero y con el que una temporada hubo mucha guerra. Es admirable verles compartir camaradería aunque Bosch es un gran amante y seguidor de la Ley y no todo el mundo lo es.
No hay opción al cabezazo con Bosch, sus capítulos se devoran con facilidad y se disfruta también la música. El jazz y el tocadiscos, ¡nada de cedés! Tiene el amplificador lleno de luces, botones y escalas iluminadas que hace todavía más fascinante y auténtico a Bosch. Por aquí hay una lista en Spotify. ¡A ver cuándo llega una nueva temporada!
Más información | imdb
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