La temporada cuatro de True Detective ha llegado a su fin. Y nos ha dejado una historia en la que aparecen las actrices Jodie Foster y Kali Reis deambulando por el hielo y la nieve ahora con linterna, ahora con pistola, ahora con el coche, ahora viendo un oso y después viendo a un niño pequeño. Un tostón enorme que, sin embargo, gustará a los amantes de aquello de «qué buena fotografía», «las actrices están fenomenal» y «la música es muy interesante».
Lo único bueno de la serie es el hijo del policía corrupto y asqueroso, que está interpretado por John Hawkes. El policía tiene una novia de la Rusia comunista, muy a lo historia que nos contó el peluquero Enrique de Morata de Tajuña con un general americano, que le hace ser todavía más patético y miserable. Sin embargo, su hijo, muy bien interpretado por Finn Bennett, es el verdadero protagonista porque tiene que lidiar con todo en contra y al final sale victorioso.
Aunque como la serie es tan patética y nos está todo el rato dando brochazos de la cultura ¡dos mil años de cristianismo y nos habíamos perdido la verdadera cultura!, el personaje de Finn Bennett deja de tener protagonismo y nos lo dejan tirado a la mitad del último episodio.
Él solito consigue terminar con la corrupción, resolver el misterio de los asesinatos ¡un mcguffin en toda la serie! con un veterinario y, aunque es un gran policía porque sabe hacer las preguntas adecuadas, tiene una relación muy difícil con su familia por la cantidad de horas que trabaja. ¡Sólo hay reconciliación al final! Con la jefa Jodie Foster tiene muchas cuentas pendientes aunque él es un policía fantástico siempre dispuesto a aprender, a mejorar y sobre todo a servir ¡y no es el protagonista!
A Jodie Foster la conocemos desde el anuncio de Coppertone cuando era una niña y un perro le tiraba del bañador hasta que se convirtieron en el logo de la marca. La actriz se convirtió a a la sociedad americana de la época de la que, todos estos pesados con casoplones en California o en Florida, parecen renegar conforme pasa el tiempo. Ellos sabrán por qué.
Kali Reis interpreta a un personaje atractivo aunque se pierde un poco, ahora con el pelo suelto, ahora con el pelo recogido y estiradísimo. También en busca de un buen plan aunque todos sabemos que el violado es él. Tiene un pasado de violencia y Ley de Lynch que nos intentan hacer tragar sin remordimientos y además tiene unas visiones que nunca se terminan de entender y que, parece que son el equivalente a la condena que merece ¡aunque es ella la que la elige!
Lo mejor de la serie es el planteamiento inicial y luego todo se va convirtiendo en un chicle estirado, una mina que genera contaminación y desastres en la naturaleza y una empresa de científicos locos, aunque muy ecologistas, que intenta extraer ADN de un ser atrapado en el hielo ¡que nunca se derrite! En el final aparecen Las Kelis en un ejercicio de venganza sindical corporativa que es bastante lamentable y que deja el mcguffin en una enorme montaña de basura en vez de hielo.
Hay algún capítulo con tendencia al cabezazo, especialmente los intermedios en los que no hay apenas avance. Lo mejor es la historia del joven policía que sabemos que será aunque en su cabeza siempre quedará lo absurdo del misterio, los colegas a los que ayudó en la búsqueda y la tremenda corrupción y bajeza moral de su padre.
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