En El Madrileño habíamos visto y oído cómo C Tangana tiene un estilo propio con mucho talento y sobre todo con muchas ganas de mezclar épocas, sonidos y pasiones. El documental Esta ambición desmedida se queda en un intento de contar cosas aunque al final no vemos más que a C Tangana deambular por lugares sin saber muy bien qué hace. Hasta lo dice él en una escena: «no sé, con unos chorizos»
Hay momentos muy potentes visualmente como cuando el cantante se sube al escenario a darlo todo con sus fans, que son más generosos y le ofrecen sus móviles y sus cánticos. Hay algún momento grupal que está entretenido, una cena de agradecimiento o algunas conversaciones con sus íntimos. Y hay un buen inicio en Cuba que se queda en nada después de ver a Elíades Ochoa tocando la, en mi opinión, mejor canción del disco, Muriendo de envidia. Y tampoco me interesan las discusiones económicas y hasta quedan totalmente fuera de lugar porque, como sabemos desde pequeños, hablar de dinero es una ordinariez.
Que ¿qué me esperaba en el documental? Pues conocer el proceso creativo de El Madrileño. Conocer a qué artistas contactó y quiénes le rechazaron ¡sobre todo los que le rechazaron! Sólo aparece el argentino Andrés Calamaro al que se le nota la profunda admiración que siente por Puchito que se lanzó a hacer un trabajo tan arriesgado, valiente y talentoso después de triunfar, aunque no tenía ni idea ni nunca me iba a interesar, con el rap o como se llame ahora, con su generación.
Todo el documental debería haberse construido sobre las estrofas del Niño de Elche que se incluyen más abajo y, lamentablemente, es un batiburrillo que, menos mal, sólo dura tres capítulos, o casi dos horas viéndolo del tirón en la película, y no da tiempo a dar un cabezazo.
Me pregunta la prensa
¿Puchito, cuál es la maña?
Sin cantar ni afinar
Pa’ que me escuche to’a EspañaEs un veneno que llevo dentro
En la sangre metido
Que va a hacer que me mate
Sin que me hayas siquiera querido
Más información | imdb
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