La película Último deseo es inclasificable o no. Ofrece un espectáculo sin descanso que empieza por un encuentro liberal sexual, en 1976, sigue con un apocalipsis nuclear con consecuencias en las mentes y en la visión de los individuos. Después hay un ataque de los ciegos vivientes y termina con todos como pasto de la tragedia de los que no sobreviven.
El argumento es absurdo aunque tiene un gran valor. Y es que con escasos recursos el director León Klimovsky construye escenas en las que hay enorme tensión y sin necesidad de estirar el paso del tiempo. Recurrir a la radiación es un gran invento porque ¡no hace falta verla para aterrorizar! Hay lentillas blancas, grupos de ciegos de diez personas con bastón que se mueven aleatoriamente, el estilismo es alucinante, el encuentro sexual, como el cartel de la película, despista de lo que va a pasar. Y al final los expertos en energía nuclear tapados con una especie de protector solar de vehículo y unas gafas de esquiar.
Nadiuska aparece en esta película. Es una mujer liberada que quiere aprovechar su situación de ventaja. Seduce al espía 007 español y acaba, como él, en el foso de los contaminados por radiación. El guión exige poco en esta película aunque ella no desperdicia la oportunidad para lucirse. Todas las mujeres aparecen espectaculares, aunque el maquillaje de la época no aguanta bien el paso del tiempo.
León Klimovsky sirve al espectador terror, por el que ha pasado mal el tiempo, y ciencia-ficción hecha con dos pesetas. La música de el Himno de la Alegría de Beethoven consigue generar tensión y esperanza entre los supervivientes, aunque por poco tiempo, los ciegos son insistentes en sus reivindicaciones y quieren su dosis de ilusión como todos los días.
En el final el cartel provocador para incautos aunque hay un momento en el que la acción se desarrolla en ese ambiente. El problema es que el apocalipsis nuclear los deja a todos muy fríos y tienen que espabilar para escapar de las amenazas. Paul Naschy como Borne, está estupendo y es un personaje desagradable dispuesto a enfrentarse con los buenos y con los malos.
La película es apocalíptica, era la época de Soylent green (1973) y nos tenían asustados por todo el mundo con la fatalidad de quién iba a apretar el botón del arsenal nuclear. Hay crítica social, buenos, malos, ricos, pobres y hombres y mujeres. El final es sorprendente, a lo Amadeus, y no se puede dar ningún cabezazo aunque algún especador le puede dar al stop y volver a lo que estuviera haciendo. Aunque la película es tan pequeña y encantadora que apetece disfrutarla hasta el final.
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