En ‘Golpe de suerte’ Woody Allen nos presenta un París desdibujado, como la historia de amor

En ‘Golpe de suerte’ Woody Allen nos presenta un París desdibujado, como la historia de amor

Golpe de suerte (Coup de chance) es la última película de Woody Allen hasta el momento. Es una película en la que se notan las máximas de Woody Allen, rodar deprisa, rodar según la agenda y rodar lo que estás escrito. Y aunque la película está muy entretenida y es visualmente impecable, tiene una estupenda fotografía con espacios de diferentes colores para hacernos reflexionar, sin embargo está atropellada, no termina de encontrar un sentido más allá del golpe de suerte del título y presenta un París desdibujado con espacios un poco rancios y con la caza, en las afueras de París, que todavía nos aleja más de la ciudad de la luz.

Los personajes que más me gustan son lo que interpretan Lou de Laâge a la que ya vimos en El Baile de las locas con la dirección de Mélanie Laurent, y Niels Schneider que está enamorado del personaje de Lou de Laâge desde el colegio y a la que se encuentra casualmente por París. Ella es joven, estupenda, divertida y una mujer florero con su marido especializado en negocios turbios y amante de la caza. Está interpretado por Melvil Poupaud que es un poco excesivo aunque hace avanzar la película por un camino que es aburrido. Me hubiera gustado más ver lo que le pasaba a la joven pareja, brillante y burbujeante, en una ciudad como París en la que todavía se vive con la resaca de Las ilusiones perdidas.

La película incluye muchas de las preocupaciones de Woody Allen. Hay personajes bohemios que viven en París aunque no consiguen el éxito porque ya sabemos que hay mucho tiburón en la ciudad de la luz. Ella es divertida aunque un completo florero que acompaña a su marido a fiestas de clase alta con aburridas charlas. Vittorio Storaro trabaja en la fotografía y retrata los ambientes aunque no se consigue entender qué se quiere contar con el otoño de París, la generosidad del bosque en la caza y la frialdad de los acontecimientos sociales.

Y luego está la madre de la protagonista, interpretada con gracia por Valerie Lemercier y que de repente se convierte en un personaje fundamental para que avance la historia. No se entiende por qué viene a ver a su hija a París y por qué se lleva tan bien con su yerno al que, al final, consigue descifrar como si fuese el personaje de Diane Keaton en Misterioso asesinato en Manhattan.

La química de los dos actores jóvenes es brutal y creo que Woody Allen nos debe una película con su historia de amor. En A Rainy Day in New York nos presentaba una historia con dos jóvenes que encontraban el amor por casualidad, aquí esperas que el otoño enmarque la relación en la que hay pasión y hay fuego ¡aunque un recorrido de bohemia y pobreza en plan Mimi o Musetta! y parece que a Woody Allen le tiró más lo que le pasaba a la suegra como detective. Y aunque no hay opción al cabezazo el precipitado final te hace pensar que en algún momento no te has enterado de algo.

La música de la película es un soniquete que arranca varias veces y que al final se contagia al espectador. Es la composición de Herbie Hancock llamada Cantaloupe Island que se puede ver más abajo en directo. Y no, no toca Woody Allen.

Más información | imdb, abc

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