En 1983 José Luis Garci estrenó El crack dos. Nuevas aventuras de Germán Areta que esta vez se enfrenta a un caso que le sobrepasa completamente. En España la transición ya nos había dejado un buen reparto de piezas y la caza, para mantener y desarrollar el tinglado, empezaba. Germán Areta, un implacable Alfredo Landa, no se pliega al sistema de poder y corrupción y decide enfrentarse a ellos sin ninguna defensa.
En El crack dos hay un ambiente tenso durante toda la película. El Moro vuelve una vez que Areta lo busca y lo encuentra en los billares. Gran plano de Garci con Areta al fondo esperando a subir y encontrarse con sus fantasmas. El caso que le ofrece Rafael de Penagos ¡la voz del Cardenal Richelieu en Los Mosqueperros! a Areta tiene más aristas de las que parece y hay una intrincada trama que se desbroza al final. La historia de amor, con María Casanova una vez más, es menos trágica aunque también con turbulencias en el hogar.
A José Luis Garci le gustan las interpretaciones en las distancias cortas y con pocos personajes. Aquí se lucen los diálogos y los encuentros de José Bódalo y Alfredo Landa. También los de Rafael de Penagos y el final de Arturo Fernández, todos con Alfredo Landa. Además José Manuel Cervino, que ha progresado al bien desde que en el anterior Crack casi le fríen los huevos, y Manuel Lorenzo como Rocky que sigue siendo el mejor peluquero del cine español y que nos convence de que ¡estuvo en el Madison Square Garden!
La ambientación es excelente y toda la fotografía es estupenda. La Gran Vía luce espectacular y Madrid es protagonista en El crack dos. Además José Luis Garci es un amante de la radio, y aquí aprovecha para mostrar a sus colegas y amigos. La voz de Manuel Martín Ferrand, inconfundible desde aquella Antena 3 radio, además Basilio Rogado haciendo de camarero impertinente y también Miguel Ángel Nieto González aprovecha para servir a los comensales. La radio que ama José Luis Garci y que no duda en incorporar en las películas como la máquina de escribir, los cócteles, el fútbol y el boxeo.
Arturo Fernández es un actor con planta de galán del cine al que aquí José Luis Garci le desafió. Le convirtió en una especie de malvado de película de James Bond aunque sin pegar un solo tiro. Espectacular Arturo Fernández como empresario líder en un entorno de corrupción y capaz de enredar en un sistema frágil que iba fortaleciéndose para mantenerse y reproducirse. Germán Areta hubiera sido un digno detective capaz de desatascar las cañerías del poder aunque su integridad y honestidad se lo impiden. Y éso que se juega la vida.
No hay momento para dar cabezazo aunque en los tiempos actuales ni el soniquete musical ni el ritmo de la película no sean contenidos a los que estén acostumbrados las nuevas generaciones. Sin embargo es una película en la que todo se abre y se cierra estupendamente. Muchos personajes cierran definitivamente y nunca hubo más cracks, bueno sí, el cero. Aunque viniendo del futuro, habla del pasado.
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