A Gonzalo García Pelayo le fascina Cádiz y como agradecimiento le hace una película documental en la que hay brillantez y otros momentos menos intensos o con escaso interés. Las alegrías son un tipo de canción que al arrancar con el tirititran trantero se consigue una ambientación fascinante con la que te dejas llevar. El estilo lo tiene impreso en la piel el director y ya en Manuela nos mostró lo que le seduce y le provoca esta música.
La película cuenta historias de amor y pasión de los habitantes de Cádiz. El más divertido, espontáneo y natural es Jeri que demanda una película para él solo. Llena cada plano, es rápido y certero como un puñal, es divertido y con chispa de largo recorrido, seduce a las mujeres y es muy ocurrente. Sus propuestas para hacer partidas de poker en el chiringuito del Banana Coco son hilarantes.
Las chirigotas de Cádiz son muy protagonistas de la película y muchas se escuchan y se ven completas. Son muy divertidas y tienen mucha chispa aunque seguro que al natural se disfrutan más. También aparece Fernando Arduán, al que Gonzalo García Pelayo le tenía mucha confianza hace más de diez años cuando rodó la película. Sus canciones están bien integradas y contribuyen a hacer avanzar la acción. Además él interpreta a uno de los protagonistas.
Hay un grupo de mujeres que cantan y dan palmas con mucho arte y salero. Y cuando se arrancan a bailar el talento se les desborda de forma natural. Sus intervenciones son muy divertidas y Gonzalo las deja hacer con naturalidad. Además hay alegrías cantadas en un patio andaluz y hasta con momentos para bailar. Es muy respetuoso rodando Gonzalo García Pelayo todas estas escenas de arte y talento.
Las historias de las parejas están graciosas y entretenidas aunque la película se hace larga, no para dar cabezazos, con tanto contenido incluido: canciones, bailes, chirigotas y actuaciones de calle. Sólo Jeri es el que hace que la película avance con el amor que declara a todas las mujeres, sin excepción. La pasión de Cádiz.
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