‘The runner’ y el escándalo que nos ofrece Nicolas Cage entrando y saliendo del poder

En el año 2015 se estrenó la película Escándalo en el poder, The runner, que cuenta la historia de cómo un vertido de petróleo ayuda a un congresista a impulsar su carrera política hasta llegar a ser senador en Washington. En medio pasan muchas cosas y todas se las echa a la espalda el gran actor que es Nicolás Cage.

Aquí empieza implicándose con el vertido de petróleo decidido a ayudar a sus votantes en el estado de Luisiana y a sus vecinos de Nueva Orleans donde su padre, interpretado en blanco y dorado por Peter Fonda, fue alcalde hace muchos años. Nicolas Cage es Colin Pryce y nunca se ha bajado de un coche oficial. Hasta que una infidelidad le pone en el disparadero y tiene que renunciar a todos sus privilegios. Sin embargo su compromiso político es inquebrantable y levanta un fondo de ayuda a los perjudicados por el vertido. Ésa será la excusa que le permitirá acceder a senador y llegar, corriendo, a Washington.

La infidelidad es motivo suficiente para borrar la carrera de un político en Estados Unidos aunque el tiempo lo cura todo. Cuando pasa el tiempo los votantes nos olvidamos, hemos visto cosas peores o quizá la esperanza y la ilusión nos llevan de nuevo a tropezar con la misma piedra. El caso es que a pesar de todas las adversidades a las que se enfrenta Nicolas Cage, el divorcio ¡que nunca llegó!, la enfermedad del padre al que no consiguió borrar y al que reconoce su herencia y la facilidad para ser infiel, su carrera ¡cómo se gestiona en la sombra! vuelve a coger vuelo y llega a ser senador.

Cuando cae desde su cómodo puesto de congresista no desfallece y ahí es importante ver cuáles son los valores del personaje de Colin Pryce, pocos escrúpulos aunque enorme compromiso con sus vecinos. Es un animal político al que le llena estar en marcha ayudando a los vecinos. Ese compromiso es el que le sirve a los fondos de inversión y a los poderes que nos rodean para auparle a la carrera del senado.

En la película hay un triángulo amoroso muy potente ente los personajes de Sarah Paulson que cae enamorada por el compromiso del político, Connie Nielsen que es todo ambición y acceso al poder, es abogado y ejerce el poder en la sombra del político moviendo los hilos y manteniendo su estatus. Aquí mantiene el divorcio en suspenso y cuando Nicolas Cage irrumpe en casa con el coche a toda velocidad hasta hacer saltar el airbag ella recupera la felicidad y la alegría porque sabe que de nuevo tendrá poder y riquezas.

Y el Colin de Nicolas Cage al que le cuesta mantener la bragueta a salvo y que es su talón de Aquiles entre tanta pasión por el poder y por ayudar a sus ciudadanos. Es capaz de enamorarse aunque su ambición política, y sus ganas de correr ¡en cualquier parte!, le permiten alcanzar el éxito.

El discurso final que se marca ante los empleados de la refinería, después de haberse pasado toda la película ayudando a las víctimas de la petrolera, es sensacional y permite entender lo que es la política en Estados Unidos, y probablemente en la civilización occidental.

Y es que la petrolera tiene largos brazos y sabe cómo hacer volver al político y llevarlo a la carrera de senador. Un político válido, sin escrúpulos y con capacidad de compromiso por sus vecinos, es impagable y es lo que necesita una empresa que vive en sintonía con los vecinos en el golfo de Méjico. Y es que el vertido pasará, la contaminación pasará, el ruido mediático pasará y la economía volverá a recuperarse facilitando la sintonía y la convivencia. Y ahí Colin Pryce, interpretado por Nicolas Cage ¡que todo lo hace bien!, triunfa con un modelo de devoción por sus ciudadanos. No hay opción al cabezazo en The runner.