Las películas del estudio Ghibli son recomendables para todas las edades por su fantasía y por sus extraordinarias historias. La película Mi vecino Totoro, del año 1988, es extraordinaria y por ella no pasa el tiempo.
El universo de fantasía que aparece alrededor de la casa y del bosque en el que viven las niñas protagonistas y ante el que se comportan con enorme curiosidad, es un personaje más que hace avanzar la historia. Aunque el que llena la pantalla con sus bigotes, con su sonrisa, con sus ojotes y con sus garras es Totoro, un personaje fascinante que llena la película aportando magia e ilusión para las peques. Además las dos niñas protagonistas, especialmente la pequeña Mei, que está llena de encanto y ternura, son excelentes personajes que muestran un amor infinito hacia su madre.

De los aspectos técnicos puedo decir que me ha gustado mucho la animación que incluye esta película. El encuentro inicial entre la niña pequeña y Totoro está lleno de detalles y permite ver cuál es el lenguaje que hay que crear para hacer una película de animación. Los movimientos de las niñas, sus llantos, cómo abren la boca para expresar sentimientos, los gestos que utilizan, son perfectos para mostrar lo que les pasa a las protagonistas: alegría, ira, preocupación, amor y mucho más.
La fantasía de los personajes que rodean a Totoro también es muy interesante de disfrutar y de ver. Los amigos de Totoro que son como él aunque en versión reducida, el gatobús que se mueve a toda velocidad por cualquier terreno y sobre todo los duendecillos de la casa que son como erizos con unos enormes ojos expresando la admiración y sorpresa ante la curiosidad permanente de las hermanas.

Es imposible dar un cabezazo en Mi vecino Totoro. Es una película encantadora, Tonari no Totoro en idioma original, y se disfruta en pantalla grande. Cuando la vi en una sala grande, en la Filmoteca de Madrid, más de 25 años después, los asistentes al cine aplaudieron a rabiar al final de la película.
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