‘Love lies bleeding’ cuando sólo queda la esperanza y la tragedia en el amor

La directora de Love lies bleeding es Rose Glass una directora británica nacida en 1990 que se conoce muy bien las palancas para hacer que una película sea diferencial. Sabe poner la cámara, sabe contar la historia, sabe dirigir a los actores y sabe incluir la música como un protagonista más. Triunfó con su primera película Saint Maud y ahora, que acaba de presentar Love lies bleeding, pues ya sabemos que está ante una autora elegante y con mucho talento.

En Love lies bleeding cuenta una trágica historia de amor con final muy abierto aunque lleno de esperanza de sus dos protagonistas. Kristen Stewart y Katy O’Brian son dos mujeres con mucho dolor en sus vidas que cuando se encuentran consiguen unirse y romper, literalmente, con todo lo que las oprime, y se marcan un camino al futuro apasionante.

Parece que Kristen Stewart ha decidido ser una especie de monster en sus últimas películas, con lo bien que la trató Olivier Assayas en Personal shopper y hasta en Irma Vep, a ver si la vuelve a llamar y la saca de esta dinámica de caras tristes, pelo mordisqueado, camisetas e historias depresivas. Afortunadamente es una gran actriz, no la he visto en los Crepúsculos y no las voy a ver, y es un placer verla actuar. Aunque ya van muchos monster seguidos.

Hay en toda la película un culto al cuerpo como motor de la acción. La Jackie a la que llaman Rambo y podrían llamar Arnold, quiere ir a Las Vegas, son los años ochenta, y quiere triunfar en el mundo del culturismo. Hay muchas tentaciones, los mensajes del gimnasio, la competición con los asiduos y sobre todo la tentación que vive en las drogas y a la que sucumbir, en los ochenta, era muy fácil. Alguien se lo habrá contado a Rose Glass porque ella nació en los años noventa.

Hay un personaje despiadado, el padre de la Lou de Kristen Stewart, interpretado por Ed Harris que es el jefe de la zona aunque no sabes muy bien de lo que es el jefe. Y es que lo que hace, más allá de coleccionar escarabajos ¡y comérselos! y calaveras en una falla, es gestionar un sitio para ir a disparar al aire libre que debe funcionar mejor que un batallón de psicólogos. El padre es un gran personaje y con esos pelos y la interpretación de Ed Harris la película se sostiene porque cada vez que aparece sabes que algo va a pasar.

La ambientación es estupenda. El ambiente musculoso del gimnasio de los años ochenta, los momentos de competición en Las Vegas, la camioneta de Lou que tiene un tirón enorme, el chevrolet camaro del antipático personaje de Dave Franco, que acaba fatal con esos pelos de ratilla a lo Littbarski, aquel que durante muchos años fue el enemigo número uno de España. También las camisetas sin mangas de Lou, los músculos de Jackie y la colección de armas del padre de Lou.

Cuando vivía Reagan y mandaba en los Estados Unidos las películas que nos llegaban de aquel país no eran así. Nuestra generación veía películas familiares, con adolescentes haciendo de adolescentes y con mucho humor, aventuras o terror de fácil consumo. Ahora que todo es diferente y la historia se puede adaptar, la directora Rose Glass, nos ofrece una interpretación de cómo fueron aquellos días: plomo, músculos, cigarros, ropa de mercadillo, policía corrupta y pasiones sin freno. Vamos, que no ha cambiado nada aunque nosotros disfrutamos los años ochenta.

Con Rose Glass el cabezazo puede estar presente para algunos espectadores. Otros se quedarán fascinados, en mi caso, mirando las imágenes hipnóticas, la historia, los personajes y también la música con un ritmo increíble y una integración perfecta en la historia. Muchas esperanzas puestas en Rose Glass, a ver cómo evoluciona.

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