La casa Rusia es como se llamaba a los espías británicos, el servicio secreto, que estuvieron destinados en la Unión Soviética. Y sobre ese nombre John LeCarré sitúa una historia de espías rodada en Moscú y en San Petersburgo a principios de los años noventa del siglo veinte. La película es un poco confusa aunque se puede seguir. Un editor de libros que suele viajar a Moscú, interpretado por Sean Connery, despierta el alma rebelde de un científico ruso que quiere alejar a su país del comunismo. Así que tanto los británicos como los americanos tienen que validar si el potencial espía está dispuesto a llegar lejos o no. Y no, finalmente no lo consiguen y sólo triunfa el amor.
Y es que la historia de amor de los personajes del editor Barley de la confidente Katya es mucho más bonita que la historia de espías que en ocasiones nos echa fuera de la película. Sean Connery es Barley y Michel Pfeiffer es Katya y los dos realizan una interpretación más que brillante con escenas hermosas y llenas de romanticismo.
La casa Rusia es una película dramática con un tenso ambiente de espionaje con los británicos del servicio secreto y los americanos de la CIA. Es un poco deslucido el papel de Roy Scheider en esta película como líder de los espías de la CIA. Nunca se termina de entender por qué los espías no animan a Dante, el potencial disidente, a escapar de la Unión Soviética, tanto tantear y probar su fidelidad a sus ideas será demasiado y toda la operación se destruye.
La adaptación de la novela de John le Carré está dirigida por Fred Schepisi y en el papel de Dante está Klaus Maria Brandauer, un habitual en las películas de los años ochenta y con gran éxito. Ya se había puesto las pilas trabajando con Sean Connery en aquella emocionante aventura de James Bond llamada Nunca digas nunca jamás. Aquí su personaje de Dante se diluye pronto y sólo el final con ese barco oxidado llegando a Lisboa y del que bajan Katya y su familia nos da esperanzas de un futuro mejor alejados del comunismo.
La película está ambientada en la Unión Soviética cuando era tal. Ahora es Rusia aunque muchas de las imágenes probablemente se mantienen vigentes. Les dejaron rodar en Moscú y en San Petersburgo y muchas escenas son curiosas porque se ven los coches de los habitantes abandonados por las calles o tirados por la carretera después de agotar todos los respuestos y materiales para hacerlos funcionar.
Mucha ruina y miseria en el comunismo que no creo que mejore ¡y mira que lo intentó la perestroika! y que, y esto es lo más tremendo, goza de gran popularidad en un país como España.
Algún cabezazo se puede dar entre la intriga de espionaje aunque cuando aparecen Sean Connery y Michelle Pfeiffer, juntos o por separado, la película echa chispas y se disfruta mucho. El ambiente es muy bonito, está también retratada Lisboa con espectaculares imágenes aunque la ambientación y los planos en Moscú y en San Petersburgo son fantásticos, quizá demasiada estatua y mucha arquitectura regular y con poca belleza artística.
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