En el año 1921 F.W. Murnau rodó la película ‘Nosferatu’ interpretada por el actor Max Schreck que da vida a un vampiro, inspirado en el de Bram Stoker, aunque sin mencionarlo por problemas de derechos de autor.
En el año 2000 el director E. Elias Merhige rodó ‘La sombra del vampiro’ (Shadow of the vampire) retratando, de forma artística, lo que pasó durante el rodaje de la película. Y lo que se puede ver es tan inquietante o más, depende de cada uno, que lo que muestra ‘Nosferatu’. La interpretación de Willem Dafoe es fascinante. Sus movimientos, su voz y la caracterización: calva, ojos/miradas, nariz, dientes ¡más terror que los colmillos!, uñas y cejas conforman un conjunto inquietante. ¿Es eso un vampiro?

La película tiene varias escenas en las que las intervenciones del actor Max Schreck son sobrecogedoras aunque el final con John Malkovich, haciendo de Murnau, desatado en la manivela de la pequeña caja en la que se hacía ¡el cine!, son fascinantes y terroríficas.

Esta película es un viento huracanado que abre puertas a la literatura y al cine y anima a devorar obras de romanticismo, de vampiros, de viajes y ayuda a contar historias de la misma forma que se rodaba el cine mudo.
Y es que ver a Murnau cantar el guión mientras los actores interpretaban delante de la cámara genera fascinación y anima a realizar proyectos colaborativos con fines artísticos.

No hay opción al cabezazo y la película se mantiene estupendamente colgada en el tiempo. Es un trabajo minucioso y hermoso que recuerdo haber disfrutado en el cine. Vista años después en televisión sigue siendo escalofriante y terrorífica sin necesidad de asustar o de recurrir a sonidos estridentes. Es puro cine romántico y apasionado que genera angustia y terror en el espectador de una forma limpia y rotunda.
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