Todas las generaciones tienen su película preferida y Fight club (el club de la lucha) es de ésas que se coló en una generación. La película es de 1999 y me tocó tan lejos, en los treinta, que nunca llegué a verla.
La película está basada en el libro, del mismo título, escrito por Chuck Palahniuk. El autor nació en 1962, Brad Pitt en 1961, Helena Bonham Carter en 1966 y Edward Norton, el más joven, en 1969. El director, David Fincher, es de 1962 y para mi generación siempre será el que empezó haciendo videoclips de artistas musicales de éxito y cuya primera película larga fue Alien 3, de la que no recuerdo nada especial salvo la escena entre el alien y una rapada Sigourney Weaver. A partir de ahí hizo una carrera espectacular que llegó a las generaciones más jóvenes y que, una vez pasado el tiempo, ya nos ha ido llegando a todos.
La acabo de ver por primera vez más de veinte años después y me ha gustado mucho porque aguanta muy bien el paso del tiempo. Además anticipaba muchas de las cosas que luego hemos visto en la vida real: explosiones, sociedad capitalista hastiada, poco reconocimiento al trabajo y al esfuerzo,… quizá lo que menos ha triunfado es la anarquía y una visión del hombre tan rudo, salvaje y tan obediente en la tribu.
La película presenta a un joven decepcionado con su vida que además es insomne y que frecuenta grupos de terapia para adictos y enfermos terminales con la intención de encontrar un asidero de experiencias vitales que le ayuden a soportar su dolor. Aunque su terapia es de otro tipo.
Y es que un día conoce a Tyler Durden que le presenta una nueva forma de vivir basada en la anarquía, en la rebelión, en el compromiso y en la guerrilla. ¡Se anticipa al funcionamiento de las células yihadistas! Así surge el club de la lucha que tiene reglas muy graciosas como que la primera regla es no hablar nunca del club ¡y todo el mundo lo conoce!
El guion de la película es directo y mete al espectador en la película rápidamente. Quizá el narrador es un recurso sencillo para permitir avanzar la historia y lo que le pasa a Fight club es que va decayendo en el interés según se avanza en la película. Las escenas son menos atractivas, también la historia y todo se convierte en una contrarreloj para evitar la revolución.
Marla, el personaje interpretado por Helena Bonham Carter, a la que nunca he visto más siniestra y auténtica, se diluye en la película hasta el final. Y sólo vuelve a aparecer para ser testigo de la caída de la sociedad con la metáfora de la destrucción de los edificios aunque bien agarrada a su chico que le saca de la rutina.
David Fincher se lo debió pasar bien con la película y con la historia nihilista, violenta, provocadora e incorrecta, mucho antes de que se extendiera este significado. Es una película de cambio de siglo, de querer retener el pasado y de intentar evitar el futuro utilizando recursos desesperados ¡a bombazos!
La película no tuvo éxito comercial aunque con el tiempo todo el mundo la ha visto. No se puede dar un cabezazo y siempre se está pendiente de qué órdenes seguirá el personaje interpretado por Edward Norton del interpretado por Brad Pitt. Carecer de ideales, no tener sueños o ambiciones más allá de vestir la casa de Ikea y trabajar sólo para ganar dinero son las frustraciones del narrador interpretado por Edward Norton al que la anarquía no le sirve.
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