En 1982 tuvimos mundial de fútbol en España. Todavía me acuerdo de cómo nos humillaron los jugadores de Honduras, a pesar del empate, y de cómo nos quedamos a expensas de Littbarski que nos dejó fuera a pesar de nuestra furia española. A partir de ahí ya todo fue coser y cantar para Alemania, con golpe en semifinales del portero Schumacher al francés Battiston incluido, e Italia que se la jugaron en 1982 en el Santiago Bernabéu. Estuve allí compartiendo ánimos entre alemanes e italianos y gritando con Sandro Pertini con los goles de Paolo Rossi. Y, qué casualidad, mientras tanto, en Denia, un joven policía pelea contra los alemanes huídos de la alemania nazi.
El sustituto es un policía de carrera fulgurante ¡por éso le eligen! que acepta un nuevo destino en un pueblo de la costa blanca española. Una vez allí se ve envuelto en la investigación del extraño asesinato del inspector al que ha de sustituir. La trama es muy buena y al final descubre cuáles son las razones que llevaron al antecesor a terminar como terminó. La ambición y el poder, y más en la policía, son malas consejeras.
El sustituto es bravo, audaz, también infiel y un poco paleto, como le califica la Eva interpretada por Vicky Luengo. Y además no es de cumplir reglas no escritas. Así que junto con Pere Ponce, el mejor de la película con un papel, Colombo, que es una gozada para interpretar, resuelven la madeja de cómo los alemanes vivían en España haciendo negocios inmobiliarios, cómo no.
La película tiene sus trucos aunque la historia es muy potente y se le perdona todo. Tampoco hay momento para dar un cabezazo, hay muy buenas historias, buena ambientación y escenas de acción bien resueltas. Ricardo Gómez llena todos los planos de la película y entre sus patillas, su pelo pa’trás y su cara de desagrado y escepticismo con la situación española, resuelve la película con brillantez.
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