‘El lado oscuro del corazón’ pone poesía y sobre todo pasión en el cine

‘El lado oscuro del corazón’ pone poesía y sobre todo pasión en el cine

Eliseo Subiela es el director de El lado oscuro del corazón, una película del año 1992, ¡ya éramos mayores cuando estábamos allí! que brilla por la pasión amorosa de sus dos protagonistas aunque parece que lo que motiva es la poesía. Los diálogos de los actores se desarrollan después de que Oliverio, el publicista y poeta interpretado por Darío Grandinetti, lance sus versos al viento. Hasta que encuentra la pasión, el fuego del amor, el desengaño y el dolor final de la pérdida.

Es El lado oscuro del corazón lo que más destaca es la potencia visual que tiene la película, por encima de la poesía que hay momentos un poco agotadores. Sólo hay un par o tres de planos que se repiten y las imágenes son bellas. La desolación de los espacios que recorre Oliverio buscando el amor, los personajes del cabaret en los que se recrea mostrando las actuaciones completas, la inmensidad del río de la Plata en el encuentro entre Argentina y Uruguay. Y también el ambiente de amistad y camaradería que vive Oliverio con los provocadores del arte ¡entrando y saliendo de la cárcel!, buscavidas del amor en cada puerto y unas esculturas en las que la mejor es aquella que no se ve, la que describe el artista y que, afortunadamente, está tapada y que relaciona a Jesucristo con la muerte. Además de los poemas cedidos al mesero por un bife de chorizo bien pasado.

Eliseo Subiela tiene muy claro lo que quiere presentar y Darío Grandinetti, a través de Oliverio, se lo va a dar. El poeta vive sin estar ubicado desde que se separó de su mujer, le persigue la muerte ¡The Sandman ya estaba por allí! de la que se burla y a la que desafía continuamente. Encuentra mucha pasión en muchas mujeres aunque el hecho de no volar las lleva, irremediablemente, al infierno de la trampilla de la cama. Un excelente recurso que no desentona en la película y que es expeditivo. ¡Hasta Oliverio sucumbirá a la trampilla!

Y Oliverio encuentra la pasión en el burdel, en la prostituta, interpretada por Sandra Ballesteros, que aguanta muy bien el plano corto y que consigue volver loco al protagonista. Es una pasión en la que los dos sufren aunque ella gana huyendo a España y descubriendo, probablemente, una vida sin tantos sobresaltos.

Hay momentos de cabezazo con tanto poema y canción desesperada aunque cuando se juntan los dos protagonistas saltan chispas y quieres que la relación funcione porque te cae bien Oliverio. Para la prostituta Ana parece que la relación no puede continuar y hará todo lo posible por rechazar al amante. Sólo con la escapada final a España podrá evitar la tentación.

Los viajes entre Argentina y Uruguay son ilusionantes y Oliverio nunca termina de encontrar su papel, quizá en el momento del que se extrae el fotograma del cartel promocional, sí consigue comprometerse aunque es demasiado poeta para las ambiciones de la prostituta.

Más información | imdb

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