En 1975 Robert Shaw era Quint, el capitán del barco que ayudó a cazar al tiburón blanco más famoso de la historia del cine y que consigue que cada vez que nos metamos en el mar tengamos un momento de reflexión acordándonos de Steven Spielberg. En 1973 George Roy Hill dirigió a Robert Shaw que interpreta a Doyle Lonnegan en ‘El Golpe’ (The sting). Estos dos papeles interpretados por el mismo actor marcaron mi infancia y adolescencia cuando pude revisar con más atención las dos películas.
De ‘Tiburón’ se puede hablar cualquier otro día, a ‘El Golpe’ le vamos a dedicar este artículo. Y es que he podido comprobar que las nuevas generaciones, con toda la multipantalla, el acceso a la información y con las empresas generadoras de contenido lanzando trabajos a diario, no conocen esta película. Y no deja de ser curioso que mi generación sí tuvo acceso, con la limitación de las dos cadenas de televisión, para ver películas magníficas y atemporales con actores sensacionales.
El Golpe es una película de tramposos, de timadores que luchan por sus propias causas justas (!) y de un malvado, Doyle Lonnegan ¡me llamo Lonnegan!, que es la víctima más adecuada para sucumbir a las tretas de Paul Newman y Robert Redford que no pueden estar más guapos en la película.
El Golpe tiene mucho atractivo y es una gozada ver a los actores, mejor en versión original aunque el doblaje que tiene en español es soberbio, que se mueven ante la pantalla con ritmo, humor y magnetismo para no dejar de mirar.
La ambientación de ‘El Golpe’ es la de los años treinta en Chicago, Estados Unidos, hay coches antiguos, trenes de vapor, pistolas sacadas del Oeste, trajes estupendos y espacios para darse al vicio del juego sin freno. Especialmente relevante es la partida de póker en el tren en la que Paul Newman como Henry Gondorff, se frota las manos, bebe agua en una botella de ginebra, finge estar borracho y hace trampas a un estupendo tramposo mientras le cambia el nombre buscando su irritación y pérdida de control.
La película está organizada en seis actos y cada uno de ellos se inicia con rótulo que avisa al espectador de qué es lo que vamos a ver. Es un truco del cine mudo aunque aquí hay diálogos y música, el ragtime, perfectamente integrada aunque anticipada a su época.
En El golpe todo es mentira y cada vez que termina una escena hay un giro adicional que también es falso, o no. Y aún así la película es fascinante. Se soporta en los dos actores truhanes aunque la actuación de Robert Shaw es extraordinaria para darles la réplica adecuada.
Aunque la película es de los años setenta, un momento en el que el cine ¡y todo el mundo! tenía dudas sobre cómo continuar, la película aguanta muy bien el paso del tiempo. Su ambientación de los años treinta, el carisma de los actores y la trama llena de trampas nos meten en la película y la disfrutamos en cualquier momento.
No hay opción al cabezazo en El Golpe. Al reveés, es una fuente de inspiración llena de referencias para mirar hacia el futuro con alegría y optimismo.
Imagen | imdb
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