Richard Burton y Clint Eastwood son los protagonistas de El desafío de las águilas, una película bélica de 1968 ambientada en la segunda guerra mundial y rodada en unos espectaculares paisajes de montaña, nieve y ¡un funicular! La película cuenta una historia que no termina de arrancar aunque al final es todo claro y cristalino. Los alemanes pican en el anzuelo de la trampa que les han tendido los británicos y que tiene por objeto destapar el tinglado que tienen montado los alemanes en territorio inglés. ¡Lo que trabajaban los espías!
Clint Eastwood es un teniente americano que no termina de tener claro quién es el enemigo. Y es que Richard Burton vestido de alemán lleva a la confusión y los alemanes tirándole granadas que él puede devolver con sus manos hace que no sean especialmente malvados para él. Y qué bien dispara Clint Eastwood, coge los hierros y desde la ventana, desde el pasillo o desde la tronera no deja uno vivo. Además pilota el sidecar estupendamente y sabe montar las bombas con precisión. Lo tiene todo perfecto el teniente americano. Aunque Richard Burton se lleva todos el mérito.

La audaz incursión en el castillo de los nazis es una imagen muy potente y que conservaba en mi memoria. Creo que vi esta película en los primeros años ochenta y fue una historia para disfrutar. Es cierto que después llegó Indiana Jones y nos recuperó este tipo de aventuras, las escenas del castillo con Sean Connery y Harrison Ford, nos conectan con las películas de acción, emoción y gran diversión. ¡Se echan de menos! En ambas películas hay mujeres que forman parte de la historia y que tienen un papel determinante.

El funicular es otro de los grandes protagonistas. Es increíble cómo ayuda a mantener la tensión, en las subidas, en las bajadas, en los cruces, en las explosiones y en los saltos al vacío. Además los paseos por los tejados por los que se accede a la maquinaria del funicular que es pan comido para Clint Eastwood porque la maneja sin dudar. Un tío preparado para cualquier cosa. Un héroe con todas las letras.
Me encanta también la huida. Ese autobús con las palas quitanieves conducido por Richard Burton a toda velocidad y destrozando todo a su paso. Caídas de árboles y roturas de puentes utilizando bombas ¡nunca se les acaban!, que facilitan la escapada. Y luego el paseo por el aeropuerto destrozando aviones alemanes para facilitar la huida volando.

Y en el final la explicación de la traición. Otro giro en el guión que no se espera y que permite cerrar la historia de forma brillante. ¡Sólo Clint Eastwood se sorprende más que el espectador! No hay descanso, es un sin cabezazos, con la trepidante El desafío de las águilas que se disfruta de principio a fin.
Richard Burton es un gran actor, fuera de mi alcance por no ser contemporáneo. Películas como ésta son fantásticas para saber cómo fue su rol en el cine de la época. Sin embargo Bill Murray nos mostró, en la genial Scrooged, qué significa ser Dick:
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