Del director David Cronenberg he visto algunas películas. Es un director amante de los aparatos y de los artefactos de plástico que interaccionan con el cuerpo humano. Recientemente pude revisar Crash, una película de la que nos salimos del cine cuando la estrenaron, y que ahora me pareció diferente y hasta hermosa. Sin embargo Crímenes del futuro me ha parecido una porquería en la que no se entiende nada y que parece mostrar, primero cómo es la vida sin dolor y segundo, qué le pasaría al cuerpo humano si fuese capaz de desarrollar órganos que le facilitasen su forma de vivir adaptándose a las circunstancias.
Hay un niño que come plástico y que consiguió ser el eslabón perdido entre los humanos y la especie futura. ¿¡Comer petróleo, en serio!? ¡Arreglamos el cambio climático en dos tardes! La película tiene una ambientación muy cutre, los actores no saben qué tienen que hacer, escuchar los balbuceos de Kristen Stewart es estresante, y a pesar de los buenos intérpretes, la película se cae continuamente.
Además se cumple por lo que David Cronenberg es considerado un director provocativo y desagradable. Aquí te acaba mostrando el cuerpo del niño en la autopsia, los sonidos y máquinas para hacer performances con esas presiones con los dedos que parece que están aplastando gelatina decorada con los botones de colorines de Simón. Y los aparatos que ayudan a sobrevivir a Viggo Mortensen. Escalofríos provocan algunas escenas.
Las performances las realizan los actores Viggo Mortensen y Léa Seydoux. Ella le ayuda a él a sobreponerse a su vida con dolor por la metamorfósis que tienen sus órganos. Sus aparatos, de una empresa tecnológica con una pareja de técnicas que es de lo mejor de la película, son repulsivos y a la vez imprescindibles para el protagonista para minimizar su dolor. Que, por otro lado, Viggo Mortensen interpreta estupendamente haciéndonos partícipes de su sufrimiento en planos que nos ahogan y agobian.
De David Cronemberg me gustó aquella de los años ochenta con Jeremy Irons y Geneive Bujold llamada Inseparables y en la que había artefactos ¡para un ginecólogo que además eran dos!, con efectos de luz y sonido, que aterrorizaban de verdad. Aquí las ideas parecen repetirse y no aportan nada original o diferente.
David Cronenberg ofrece su visión del horror y del terror que se te mete en el cuerpo en Crímenes del futuro. Ya no hay dolor aunque la vida es tan desagradable que no tiene ningún atractivo. Además comer petróleo no es muy estimulante. Y las máquinas, tan intimidantes y desagradables, hacen que en Crímenes del futuro se puedan dar cabezazos y te saquen de la película varias veces. Me estaré haciendo mayor para ver a Cronenberg.
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