Parece que se consolida la tendencia de utilizar algoritmos para conseguir crear guiones de cine que permitan rodar películas que se publiquen en plataformas de pago. Es la nueva industria del cine del siglo XXI que premia la inmediatez y el consumo rápido además del pago de la cuota anual.
‘Deep water’ (aguas profundas) no es una excepción a esta tendencia y con el nombre de Adrian Lyne en la dirección y Ana de Armas y Ben Affleck en la interpretación, el producto está perfectamente empaquetado y servido. Un ingeniero brillante, aunque comprometido a su manera con la industria bélica, tiene un presente en el que se afila los cuernos paseando en bicicleta.

Las películas con truco se nos suelen olvidar pronto y a estas aguas profundas le sobra llevarnos por un camino y escondernos otro. En el final la película se convierte en otra cosa y es cuando más te diviertes. Hasta entonces sólo contemplas cómo un marido de éxito, con una vida resuelta, con una hija encantadora y con una mujer insatisfecha sufre viendo cómo le crecen los cuernos, como los del caracol, sin freno.
Y es que Ana de Armas le dan igual todos. Lo mismo jóvenes que veteranos, artistas que funcionarios, ella lo que quiere es satisfacer sus deseos e ilusiones que su marido no atiende. La situación es un poco absurda hasta que todo se destapa y entonces la película sí, tiene su intriga y su aliciente.

Ana de Armas está muy bien aunque sus minutos en la última de James Bond son insuperables y de lo mejor de su potente carrera artística. Aquí coquetea con todos aunque no resulta atractiva al espectador, luce su cuerpo y su carisma con los hombres y finalmente se cansa de ser la causa de los problemas de su marido.
En el final, en los créditos, un protagonismo un poco fuera de lugar de la hija que no se entiende. Tampoco el momento caracol, quizá por los cuernos, aunque ofrecen una lección inolvidable, los caracoles, como decía mi abuela, hay que purgarlos antes de cocinarlos y comerlos.
Más información | imdb, Amazon Prime Video
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