Cuatro bodas y un funeral ilustra perfectamente el cine de los años noventa. La generación boomer había llegado a la madurez y las bodas se reproducían por todas partes. La pandilla de amigos se acercaba a las bodas aunque enseguida les tocaba a alguno de ellos pasar por el altar y aquello se disolvía como un azucarillo. Después de tanto años sabemos que las mejores amistades son las que se mantienen vivas día a día y sobre los que aparecen en Cuatro bodas y un funeral se puede pensar que todavía se comunican y se ven a menudo. Ya pasaron por los bautizos y las comuniones y ahora andarán ya por las bodas de las siguientes generaciones.
Para evitar la situación y estirar la película, a Richard Curtis se le ocurrió construir un grupo de personas, maravillosos amigos, en los que las dificultades para casarse fuesen marcadas. Al perverso y sarcástico personaje interpretado por la actriz Kristin Scott Thomas le hace sufrir en silencio por un amor no correspondido, el del nunca me casaré Charles interpretado por Hugh Grant. El actor inglés atinó con la comedia creando a este personaje después de haber interpretado, seis años antes, estupendamente al Byron que dirigió Gonzalo Suárez en Remando al viento.
Los personajes que interpretan Simon Callow y John Hannah son una pareja encantadora y podrían tener vida propia en cualquier otra película o serie de televisión. Algo parecido a Los Roper aunque con más énfasis en el histrión interpretado por Simon Callow. Su relación no necesita matrimonio y también están atados a ser amigos hasta el doloroso final. Es emocionante ver a los amigos a las duras y a las maduras.
Los personajes de Charlotte Coleman, la chica de colorines, y James Fleet, el hombre del castillo enorme, sí pasan por el altar aunque más allá de lo que pasa en la película. Se puede ver en unas divertidas imágenes que animaron a hacer más popular la película por lo que comentábamos después de verlas.
Todos conforman una pandilla encantadora de mejores amigos que están siempre que se necesitan. Son amistades sin pedir nada a cambio y que no sabes, ni necesitas saberlo, cómo han llegado allí. Son gamberros en las bodas ¡sus caras con los músicos de pachamama!, discretos, amables, cariñosos, generosos y siempre dispuestos a cumplir con todo lo necesario para que la ceremonia salga lo mejor posible. Sus discursos son cariñosos, o no.
El arranque de Cuatro bodas y un funeral es espectacular y se mantiene muy viva la película gracias al torrente de amistad que discurre por la película. La historia de amor es otra cosa y podría ser, o no, motivo de otro comentario de este clásico de la amistad ambientada en las bodas y en un emotivo funeral.
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