‘Chocolate’, un cine quinqui con fuerte carga moral

‘Chocolate’, un cine quinqui con fuerte carga moral

En 1980 España iba a múltiples velocidades. La democracia, la libertad, el costumbrismo, la inercia del pasado, los movimientos migratorios, etc. Los hello boomer actuales estábamos asistiendo a múltiples cambios a nuestro alrededor y las tentaciones, más allá de estudiar y trabajar, eran enormes.

Chocolate muestra cómo un trío, un par de amigos íntimos y la pareja de uno de ellos, necesitan salir del entorno marginal, ellos, y familiar y axifiante, ella. En el camino de salida aprenderán a traficar con drogas, a burlar los controles policiales y hasta a prostituirse por dinero, ellos, y por drogas, ella. La película va de más a menos, empieza trepidante por tierras marroquíes, y termina aburrida y moralista dejando a ella en el barrio, quizá Salmanca, en el que vive con sus padres.

Importante mensaje moralizante para destacar la película

El guión de Chocolate es de José Luis Martín Vigil, Luis Castro y el director Gil Carretero. Está basado en una novela del primer autor y se nota el énfasis moralizante de la película. Es como aquella película de Ignacio F. Iquino de Juventud a la intemperie (1961) en la que se presentaba una historia enredada con la juventud metida en trapicheos ¡precedente del cine quinqui!, con poca vocación por el trabajo, de familias acomodadas y diferente a la que salía de la guerra sin práctiamente nada más que ganas de vivir. En esa película hay un fascinante Tony Ronald embarcándose en la música.

Me gustan más las películas de Eloy de la Iglesia que profundizan más en los personajes y en las tramas y con alta carga violenta.

El trío protagonista está formado por Paloma Gil como Magda, que nunca más volvió a trabajar en el cine, Manuel de Benito como Jato y Ángel Alcázar como el Muertes. Ángel Alcázar está excesivo en la película y es el más libre de los tres haciendo un papel muy variado que incluye el ganarse la vida de cualquier forma, prostituirse por dinero con hombres, chantajista, y mujeres y drogarse por la vena. Me gustó mucho hace muchos años en Últimas tardes con Teresa en la que volvía loca a una frágil Maribel Martín en la adaptación de la novela de Juan Marsé.

Chocolate está muy entretenida aunque se va desinflando según progresa. Nunca se llega a dar ningún cabezazo y la historia avanza correctamente aunque hacia un final moralizante.

Los padres de Magda están interpretados por Encarna Paso, como la agobiante madre y policía malo, y Agustín González, como padre respetuoso y policía bueno, que representan muy bien a muchos padres de la época: acomodados, con buena situación económica y laboral, queriendo lo mejor para su hija y sobreprotegiéndola sin dejarle respirar en un entorno que cambiaba a toda velocidad en la España de finales de los años setenta. Al final ella vuelve a casa y la elipsis del momento es fácil de imaginar.

Más información | imdb

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