Tenía ganas de ver la película Buñuel en el laberinto de las tortugas. En España se hace buena animación y el contenido prometía teniendo al director de cine Luis Buñuel en el título. Hay un buen arranque con el surrealismo en la Francia con muchos artistas españoles intentando hacerse un hueco en la sociedad de la época a través de su talento. El mejor es Dalí que impacta en todos los demás y que permite desarrollar la creatividad de Buñuel en la película La edad de oro.
Sin embargo la película fue excesivamente surrealista y los artistas no vieron cumplidas sus expectativas artísticas con nuevas peticiones de los productores. Así que en Buñuel en el laberinto de las tortugas, después de este momento de fracaso personal, se dibuja cómo el artista se lanza a un nuevo proyecto que se llamará Las Hurdes, tierra sin pan. Es el año 1933 y su película, rodada entre cuatro personas, el director, el productor ¡el anarquista y jugador de lotería!, el cámara y el operador de cámara, es un documental ¡sin sonido! en la que hay mucho realismo aunque también el surrealismo con escenas que se presentan como: el descabezamiento del gallo, el burro cubierto de abejas ¡el propio Buñuel prepara la escena con detalle!, el cadáver del bebé metido en una artesa para cruzar el río, el lanzamiento de la cabra por la montaña o las apariciones de los habitantes de la zona con taras físicas y que parecen salidos de un cuadro de Velázquez. A Buñuel le preocupaba agitar las conciencias y el movimiento surrealista permitía hacerlo con imágenes y situaciones para la reflexión.
El anarquista Ramón Acín es el gran amigo de Buñuel en la película y un sufridor que se acerca con cariño a su amigo y que se aleja cuando le ve ocurrencias surrealistas que no comprende. La película muestra las tremendas desventuras que, durante un mes, vivieron para rodar en Las Hurdes. Un coche para moverse a la zona, después horas de caminatas acarreando material y finalmente enfrentamientos y reconciliaciones con los habitantes.
Las Hurdes es un excelente ejemplo de cine documental y pretende mostrar cuáles son las desigualdades entre ricos y pobres, una visión que formará parte de su trabajo. Su posición acomodada en Calanda parece que le marcó la infancia con un padre autoritario y un carácter débil que, afortunadamente, canalizaría siendo mayor a través del arte.
Son las escenas oníricas el mayor éxito de la película. Las pesadillas de Buñuel, las imágenes de Dalí, el surrealismo que persigue al artista para dotarle de contenido y los traumas infantiles con esos gallos que le provocaban pavor o el autoritario padre.
El acento de Luis Buñuel está muy marcado en la película, lo interpreta Jorge Usón con contundencia y contribuye a crear un personaje lleno de atractivos. No se da ningún cabezazo, la película se pasa volando y es muy entretenida. Se intercalan escenas reales de la película con los dibujos animados y así se obtiene una conexión que hace imposible que la historia no resulte atractiva. El director es Salvador Simó, experto en efectos visuales y animación, y que aquí se le nota que disfruta con el proyecto y contagia también al espectador.
Más información | imbd
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