Blackberry es una de las sorpresas del año 2023. Es una película muy divertida y que se pasa volando, podría ser una serie y sería igual de entretenida. Y es que la historia de Blackberry es apasionante y el director, Matt Johnson, que se deja como actor uno de los personajes fascinantes de la historia, Douglas Fregin ¡que vendió su participación en la empresa cuando cotizaba en lo más alto!, sabe dotar a la película de excelente ritmo. Son un triángulo escaleno los tres protagonistas, cada uno tiene una personalidad muy diferente y juntos son capaces de funcionar. Hasta que en el año 2007 la llegada del iPhone, el teléfono de Apple y esa presentación de Steve Jobs, lo cambió todo.
La pareja de actores Jay Baruchel, que interpreta a Mike Lazaridis, y Glenn Howerton, que interpreta a Jim Balsillie, son los otros vértices del triángulo. Son el científico talentoso, creativo y diferencial y el directivo ambicioso, vendedor nato y gerente que sabe lo que es una empresa y lo que necesita para triunfar en el mercado. Los golpes en el teléfono cada vez que el CEO hablaba con el otro CEO son un ejemplo de lo difícil que es dirigir una empresa y que conseguir triunfar en un mundo, el americano, lleno de ambiciones y a la vez ávido de encontrar una gallina de los huevos de oro, es muy difícil.
A Blackberry el iPhone le dio de lleno, aunque la empresa era un desastre y probablemente habría caído antes o después. En el mercado tecnológico copiar es lo más fácil y lo difícil es construir algo exclusivo. Los dos líderes de la empresa RIM, sabían que eran unos genios y que tenían un producto innovador, lo que no tenían es ni idea de cómo moverse en el mundo empresarial. Por eso la figura del coCEO resulta clave para conseguir un producto diferencial, Blackberry ¡la mancha de mora en una presentación a la dirección!, en un entorno en el que no existía ningún producto similar.
El coCEO es un dirigente caníbal, un tiburón de los años ochenta, que es capaz de vender arena en el desierto. Consigue contratos, realiza pitch increíbles y se apoya en el genio del ingeniero que es lo más parecido a un anti social. La película describe situaciones reales de ofertas de productos en el mercado y de lo fácil que puede resultar abrir mercado. Lo mismo que cuando la competencia abre mercado y te deja fuera.
Matt Johnson es director y actor y está estupendo retratando al compañero solidario del ingeniero que es capaz, sin dirección de operaciones ni historias, de gestionar al equipo de ingenieros proponiéndoles desafíos, ofreciéndoles una jornada de trabajo como si fuera un juego y sobre todo ofreciéndoles cine para disfrutar y divertirse. Son como niños aunque construyen tecnología mientras cambian el mundo. Son personas sin dirección, son el anti management. Son lo peor de la empresa. Hasta que llega el coCEO y todo empieza a cambiar.
El rol de Mike Lazaridis es profundamente técnico y es incapaz de articular un mensaje comercial en un mundo en el que lo que mandaba era el marketing y estaba a punto de mandar el financiero. El tecnológico ya había pasado aunque la tecnología se utilizaba como los ladrillos para la construcción. Los pitches son estupendos y el CEO vende Blackberrys a toda velocidad. El mercado americano es el punto de la película aunque estos dispositivos se vendieron en todo el mundo.
El final de la película es muy triste. Mike Lazaridis tenía una visión, muy acertada, de que la fabricación en China era un desastre ¡es magnífica su pelea con los intercomunicadores! Y en el final, el friki atento a resolver los problemas mientras el plano retrocede y, como aquel almacén inmenso donde metieron El arca perdida, aparecen todas las cajas llegadas de China y con toda la porquería del proceso defectuoso de fabricación.
No se puede dar ningún cabezazo en Blackberry. Es una película muy válida para conocer el management y la historia que presenta es muy atractiva y cercana. El click de los dispositivos de Blackberry es uno de los activos de la empresa y ver cómo la llegada de las pantallas táctiles rompieron la forma de interactuar destrozó a Mike Lazaridis. También su incapacidad para adaptarse a los requerimientos tecnológicos que hacía caer el servicio con frecuencia terminó con la empresa por reputación y por ausencia de reacción.
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