‘Algo amargo en la boca’ o la visión de Eloy de la Iglesia en la España de los setenta

‘Algo amargo en la boca’ o la visión de Eloy de la Iglesia en la España de los setenta

Eloy de la Iglesia ofrece en su segunda película su talento como artista de cine, es capaz de construir una historia y de contarla bien. Recientemente ha fallecido Juan Diego que aquí es el apuesto joven que va a pasar las navidades a casa de sus dos tías y de su prima. Las tres mujeres reaccionan de forma muy diferente a su presencia.

La película tiene puntos de conexión con la Teorema de 1968 de Pier Paolo Pasolini con aquel joven Terence Stamp haciendo de demonio cautivador y seductor de los habitantes de la casa. También he leído que tiene conexión con El seductor, de Don Siegel, de 1971 y que tengo que ver. Son pues momentos del siglo XX de reflexión, de lo que significa la culpa, el arrepentimiento y la libertad para dejar atrás el pasado.

Ahí es dónde está el valor de Eloy de la Iglesia. Construye una metáfora tremenda entre lo que fue España, lo que podría ser y lo que no va a ser porque todavía hay gustos y apetitos que dejan algo amargo en la boca.

Las mujeres están magníficamente interpretadas por Maruchi Fresno, profundamente desagradable, antigua, aferrada al pasado y con un intenso fetichismo construido alrededor de un miliciano de la guerra civil. Además Irene Daima que es la España que le gustaría ser, abierta, diferente, contestataria aunque sin poder olvidar que sigue siendo una España clásica. Y Verónica Luján, la más joven prima llena de dudas y de pasiones encontradas. Capaz de entrar y salir del convento, de vivir con el hombre que ama y de arrepentirse de ello por el amargo sabor que le deja el amor en la boca.

Además está Javier de Campos, un hijo con deficiencias y trastornos graves que ofrece una visión terrorífica de la familia. Es el guardian, el hombre inútil, el hombre que no produce insatisfacciones, manejable y que no provoca ningún estímulo sexual ni pecaminoso.

Todo lo contrario al joven sobrino que enamora a las tres damas y con las que mantiene una relación intensa y diferente. Cada una se le entrega de una forma diferente y él aguanta el tipo en todas las relaciones. Es la tentación, es la España que viene, la que quiere celebrar ¡se va a buscar champán para cantar villancicos en Nochebuena!

Está rodada en localizaciones del entorno madrileño: Navacerrada, rotondas de El Pardo, Pozuelo de Alarcón y Madrid. En la España de 1969, más de cincuenta años atrás, se nota el paso del tiempo. Las escasas comodidades de las casas, los mobiliarios duros, las camas con colchones que se hundían y los espacios claustrofóbicos formaban parte del modo de vida de la España de la época.

La música es de Fernando García Morcillo y aunque Eloy de la Iglesia mostró su talento la película está fuertemente recortada por la censura de la época. Hay muchas escenas en las que se muestra cómo el personaje interpretado por Juan Diego es capaz de vivir una vida acelerada, la novia se queda en Madrid, reivindicando la libertad y la ausencia de remordimientos y culpa, aunque parece que muchas más están perdidas o desmontadas de la versión final. Tiene curiosidades como la secuencia de créditos inicial utilizando imágenes de tarjetas de felicitación navideña de Ferrándiz, es la forma de ponernos en contexto con la Navidad, una época de ilusión y alegría que en la película se convierter en horror y terror para continuar viviendo enterrados en vida.

Hay algún momento de cabezazo en la película porque la forma de rodar ha cambiado mucho. Los primeros planos de los ojos y de los labios de las mujeres, el maquillaje tan blanco, el peinado tan anticuado, hacen que se pueda desconectar de la película. Juan Diego está muy moderno y todavía hoy se puede ver a la gente joven con vestuario similar. No así el de las mujeres tan antiguo y que mostraba a las mujeres de más de treinta años como sin tiempo ni derechos para seguir disfrutando.

Más información | imdb

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