En las plataformas digitales empiezan a verse las películas de Navidad y ¿por qué no vamos a verlas? El decorado es muy importante, tiene que haber colores rojo y verde, muchos árboles de Navidad, luces variadas y mucho amor. Además tiene que haber magia, siempre es recomendable que un personaje sea un Papá Noel que consiga que el bien triunfe y que la alegría se transmita más allá de la pantalla.
Unas vacaciones de cuento tiene muchos de esos ingredientes y todo confluye estupendamente. La ambientación y el ritmo es de telefilme total, los decorados son mínimos y aún así la historia fluye con velocidad. Que surja el amor no te lo esperas y de repente está todo el mundo conteniendo el aliento viendo cómo los personajes estaban completamente predestinados el uno al otro. Y además hay un personaje perverso que vía magia, deja de molestar y triunfa el amor. Un pequeño país, con princesa, recibe a los jóvenes amantes y les ofrece, vía castillos, montañas y mucha nieve, un entorno idílico para que triunfe el amor.
La pareja protagonista está interpretada por Briana Evigan y Paul Campbell que desde el primer encuentro consiguen que surja la magia. Los dos actores se meten muy bien en sus papeles. Ella es una princesa que está un poco ahogada por su responsabilidad y que necesita coger aire para vivir también como cuando era pequeña y su madre le transmitía su amor por los valores de la Navidad. Él es una persona buena, un gran trabajador y comprometido con sus clientes y sus trabajadores.
Además está el que hace de Papá Noel sin serlo, o sí quién sabe, que también hace trucos de magia y que ayuda al personaje de Paul Campbell. Está interpretado por Jay Brazeau y a mi generación nos recuerda al profesor Shorofsky de Fama que tanto enseñó a Bruno Martelli.
Para la princesa interpretada por Briana Evigan la Navidad es algo más que las reuniones sociales que exigen su figura pública y en una ciudad como Nueva York se siente muy libre y confiada. ¿Podría pasear un Rey por Nueva York y pasar desapercibido? Creo que sí.
El caso es que la princesa se vuelve demasiado inocente y cuando está haciendo fotos con su cámara analógica, regalo de su madre, pierde la noción de su responsabilidad y se aprovechan de ella robándole. Ése es el momento en el que el amor empieza a coger fuerza cuando un príncipe de la calle le ayuda a conseguir cumplir su mejor sueño: vivir libre y tener amor. ¡Qué mejor regalo de la Navidad!
Lo que sí me gustaría es saber dónde acabó la cámara de fotos porque tenía muy buena pinta aunque la princesa la sujetaba como si nunca hubiera tomado una fotografía en su vida. La película no da para ningún cabezazo y se pasa volando. Lo que quieres es que triunfe el amor y aunque se hace de rogar la magia de la Navidad hace el resto.
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