Las películas de Berlanga incluyen desfiles. En París-Tombuctú hay uno. Un desfile de moros y cristianos, salen sólo los moros, y detrás los ciclistas. En Bienvenido Mister Marshall el último era un cojo, aquí, adaptándose a la globalización del siglo XXI, es un ciclista y que además mal pedalea. Así era Berlanga. Un anarquista con sus complejos, sus ambiciones y su profundo y extenso mundo interior.
Y así son también los personajes de París-Tombuctú, cada uno es lo que cree Berlanga que puede aportar a la trama. Y vaya si aportan. Aunque lo mejor de la película es la capacidad del director para construir escenas corales con la cámara siguiendo a los personajes. Es maravilloso ver cómo entran, cómo salen, cómo vuelven y cómo interactúan entre ellos. Por eso me imagino que Berlanga prefiere trabajar con actores muy consolidados acostumbrados al ritmo, al diálogo a toda velocidad y a los silencios cuando tocan. La mejor actriz de la película es Amparo Soler Leal que llena todas las escenas en ésta que es, también, su última película. Aunque el reparto, tan coral, es extraordinario.
¿Y de qué habla Berlanga? De lo que le da la gana. Ahora de que los toros están mezclados y que el toro bravo ya no es lo que era, del anarquismo y de los traidores y hasta de la industria española que, en 1999, ya se veía en clara decadencia. Además de la corrupción. No se libra nadie en París-Tombuctú. Y hasta de que Luis, L., tiene miedo, así se lee en el final de la película en un toro español con sevillana y pintura gamberra con ese texto: «tengo miedo L.».
La película cuenta una historia muy básica, un cirujano plástico francés que tiene problemas de erección y que quiere cambiar de aires. Consigue llegar, en bicicleta (!), a Calabuch, una ambientada Peñíscola, y descubre la cura para sus problemas sexuales por la más pura casualidad. En medio hay historias y personajes que se entrecruzan y se combinan para ofrecer un gazpacho muy divertido y sabroso. Hay Guardia civil, con Piccoli durmiendo en su furgoneta, caos, verbenas con música y comida, petardos y cohetes que horripilan al inmigrante doctor francés, una traductora del lenguaje de signos que después fue superado por la realidad, alcaldesa empoderada y hasta inmigrantes del este descubriendo las maravillas de Calabuch.
Para beata el personaje interpretado por Amparo Soler Leal, de cura absolutamente desatado el personaje creado por Santiago Segura y para mujeres dispuestas a las exhibiciones y a las exuberancias los personajes interpretados por Fedra Lorente y Concha Velasco.
En París-Tombuctú somos unos voyeristas viendo a Berlanga hacer de voyerista.
Como Ignacio F. Iquino Berlanga terminó en el destape y el me da igual todo. El despelote, masculino y femenino está bien integrado en el guion, como debe ser. Además me encantan las arañas que caen del techo y que me recuerdan a los murciélagos que Iquino incluyó en una locura de película llamada Secta siniestra (1982) y que se encuentra en FlixOlé.
Por la película ha pasado mal el tiempo y muchos se quedaron en el camino. El siglo XXI viene haciendo mucha regeneración, o mejor dicho, cambio generacional. Pepe Sancho, Luis Ciges, Amparo Soler Leal, Manuel Alexandre, Juan Diego, Enrique San Francisco, Michel Piccoli y el propio Luis García Berlanga entre otros. Muchas gracias a todos por tan tremendo legado. Y entre tanto personaje, tanta coralidad y tanto cachondeo es imposible dar un solo cabezazo.
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