La iglesia de Nuestra Señora de las Lágrimas está en Sevilla. Y es el mcguffin que sirve para que la película avance. El Papa, desde Roma e interpretado por un estático Franco Nero, inicia una investigación alarmante sobre la Iglesia. Y es que el comienzo de la película no puede ser más prometedor e intrigante. Un hacker entra en los sistemas de información del Vaticano y deja las pistas necesarias para que el Papa se anime a investigar. Y lo hace a través de Monseñor Spada, interpretado por Paul Guilfoyle, que, como es de esperar, sabe más por lo que oculta que por lo que dice.
Porque toda la película es una excusa para hablar de los poderes y contrapoderes que existen en una institución milenaria con peones dispuestos a su defensa y que cuentan con recursos excepcionales: sacerdotes formados, valientes, aguerridos, incisivos y que no dudan en caer en la tentación. Una historia de poderes y traiciones que es milenaria y que está ambientada en la fenomenal Sevilla del siglo XXI.
El problema es el ritmo y la apariencia de capítulo de serie de televisión que tiene la película, servida en la plataforma de Amazon Prime Video. Es un excelente casting con actores que interpretan estupendamente y que lo hacen en inglés sin ningún rubor.
Los españoles no se arredran con el idioma y sueltan sus diálogos manteniendo el ritmo y la sincronía. Está muy bien Alicia Borrachero con el inglés, mucho mejor que con su personaje Gris, que se llama así, y que es una monja con secretos y visiones confesables aunque con poco peso en la acción.
El personaje que asciende en la película, aunque tampoco se entiende que tenga que ser tan importante, es Quart, interpretado por Richard Armitage, que enseguida se hace con el control de la trama y mantiene los secretos en la discreción necesaria. Además sucumbe a los pecados de la carne y manejando las armas, puños y pistolas, es contundente. En la película aparece como detective implacable aunque es un personaje aburrido y previsible con escasos momentos para mostrar la interpretación
Los personajes femeninos, además de Gris, están interpretados por Amaia Salamanca y Fionnula Flanagan, duquesa la segunda y heredera la primera. Sus personajes defienden lo suyo frente a la ambición desmedida de los personajes interpretados por Rodolfo Sancho y un incombustible Simón Andreu. Y en el Vaticano también hay intrigas y el actor, Féodor Atkine, siempre el amante de la Lola de Bigas Luna, se basta para llamar nuestra atención y estar atentos a lo que pasa en los milenarios palacios.
Así que así se organiza la piel del tambor. Por encima la Iglesia, por en medio los poderes económicos de las élites y por abajo el lumpen capaz de cumplir las órdenes de los malvados para hacer que triunfe el mal. Y moviéndose entre los tres escenarios el detective Quart que queda bien en cualquier fiesta y que entiende, aunque se lo pase muy bien, que su sitio es la Iglesia. Hay cabezazos asegurados aunque lo más difícil es entrar en la película porque no tiene asideros claros y atractivos para disfrutarla.
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