El ‘Napoleón’ de Ridley Scott se queda sin emoción, sin épica y sin historia

Cuando un director como Ridley Scott estrena una película como Napoleón esperas ver una película que marque una época y que sea diferencial. Sin embargo no es así y Napoleón te deja bastante frío porque no tiene nada de épica, apenas hay emociones ¡este Napoleón es un llorica! y además la historia, según indican, se adapta a lo que interesa a la película.

Napoleón podría haber sido Napoleón y Josefina porque muchos tramos de la película se centran en la relación de ambos. Sin embargo la actriz Vanessa Kirby está completamente desaprovechada y tiene un papel mínimo a pesar de sus muchas apariciones en pantalla. Creo que tiene más papel en una de Misión imposible que aquí. Sólo hay tres momentos que me gustaron de la película, el momento banqueta para ponerse al nivel de la momia con el sarcófago abierto, las escenas de la coronación propia y a Josefina, aunque la Iglesia tenía mucho poder todavía, y el encuentro con Rupert Everett como Duque de Wellington riéndose con los guardiamarinas y recibiendo la noticia del definitivo exilio.

Y es que cuando se llevan a la isla de Elba a Napoleón decide volver y no le cuesta nada llevarse al ejército con él de calle. Pasa de ser apuntado por sus armas a ser adorado por ser el general que les lleva victorioso por toda Europa. Y ahí deja la película a Napoleón, con un montón de conquistas realizadas y cúmulo de riquezas para Francia que todavía les renta. Y lo que adora Napoleón a Francia.

A Napoleón no le gustaban nada los bombardeos de los cañones. Después de hacer sesenta batallas supongo que el sonido de los cañonazos te impacta mucho. Así que es gracioso verle cómo se tapa los oídos cada vez que sus tropas mandaban plomo al enemigo a toda velocidad.

El vestuario es de las cosas más bonitas de la película. Bonaparte va muy elegante y hay un gusto exquisito por los detalles. Josefina va muy descocada y creo que no es necesario ni real. Los soldados están perfectos y el porte de los húsares es ejemplar. Además están los cosacos que son valientes y muy vengativos atacando a Napoleón en condiciones muy ventajosas aunque también son capaces de destuirse a sí mismos como se puede ver en la plaza roja de Moscú.

Lo que tiene la película es poca luz. Muy poca luz y aunque puedo entender el planteamiento de que en aquella época era difícil recrear la luz, sin embargo para hacer épica se pueden recurrir a trucos y, al menos, hacerle brillar los ojos a Joaquin Phoenix. Y no, las escenas, aparentemente iluminadas con velas, son oscuras, aburridas y con poca capacidad de enganche.

También hay una escena que, además he visto que es un fotograma destacado, es la de los cuatro caballos galopando en paralelo con los soldados achuchándoles al galope. La escena es maravillosa aunque no aporta nada más. Y es que a Napoleón le falta que veamos una escena de batalla que nos resulte épica y emocionante. No hay discursos, no hay fuerza en sus palabras, sólo dudas y ambiciones desmedidas que no parecen nunca saciarse, ni siquiera con las batallas ganadas y el extraordinario número de muertos. Ambientada en la segunda guerra mundial la película Patton incluye una escena similar donde el general, interpretado por George C. Scott, sí habla de la épica de la batalla.

Así que la película, de dos horas y media aproximadamente, es propensa al cabezazo aunque hay muchas cosas que harán que la película se mantenga bien en el tiempo: Napoleón y Josefina, el vestuario, las configuraciones defensivas de los británicos con sus mosquetes o los ahogamientos de los prusianos en las aguas gélidas con la superficie helada tronchándose ante la acometida de las balas de cañón. Muy entretenida Napoleón aunque sin épica y sin pasión.