‘Barbarian’ y el terror que provoca la despoblación en Detroit

En Detroit la despoblación ha hecho que la ciudad cambie de aspecto a lo largo del siglo XXI. Sobre esta premisa el director y guionista Zach Cregger construye una película de terror en la que el protagonismo se lo lleva la ciudad de Detroit y sus supervivientes habitantes que decidieron quedarse y no huir. Las consecuencias de la decisión son dramáticas.

Barbarian cuenta la historia con dos o tres cambios de ritmo que parece que te echan de la película hasta que vuelves a ella. Los inquilinos, el dueño del inmueble y los antiguos propietarios, con una historia que no se sostiene en el tiempo, se relacionan a lo largo de la película dejando más preguntas que respuestas aunque la emoción se mantiene hasta el final.

Las películas de terror no son de mis favoritas aunque Barbarian está muy entretenida y los sustos están muy repartidos ofreciendo tensión y pistas para intentar entender qué está pasando. Hay momentos de estremecimiento, con incremento de música y paso de oscuridad a luz, aunque están muy bien integrados en la historia y contribuyen a hacerla avanzar.

Los personajes que ofrecen el terror son indescifrables aunque se puede asumir que su nivel de enajenación está causado por la degeneración de la ciudad de Detroit. Y los antagonistas son los que no se esperan lo que les va a suceder aunque no paran de comprar papeletas durante toda la película. No faltan las linternas, del teléfono móvil y de las que las pilas dejan de funcionar. Y así vas metiéndote en el terror de los protagonistas.

Justin Long nos llega a sacar de la película. Su historia, muy enrevesada, sólo sirve para mostrar cómo la degeneración le lleva a una situación límite y finalmente aparece en Detroit. A partir de ese momento la historia encaja y los dos actores, Justin Long y Georgina Campbell, convierten la película en una montaña rusa con un final sorprendente. Como toda la película.

En Barbarian no hay opción para dar cabezazos, quizá al final con el apabullante despliegue de látex, la película se hace más floja. Aunque es muy difícil mantener el interés durante toda la película, sí apetece ver el final y quedarse pensando con un montón de preguntas. Y qué más da, el director y guionista Zach Cregger nos ha construido un buen entretenimiento que apetece ver porque nunca sabes por dónde van a aparecer las respuestas.

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