La película El menú tiene un inicio prometedor con esa pareja que viaja para tener una experiencia culinaria única en el mundo. Sin embargo se siente rápido que la película va a tener un desarrollo escasamente emocionante. Y es que ir a una isla a comer en un restaurante en el que prima la innovación y la dirección con un chef agresivo y rompedor, no tiene suficientes alicientes. Así que la película progresa hacia el único desenlace posible, ofrecer un menú único con unos ingredientes especiales y dejar al espectador con un palmo de narices.
Para el cocinero formar parte del menú es un aliciente extra y definitivamente es lo que hace que la película sea diferencial. Sin embargo no aporta nada a la película y sigue sin retratarse con contundencia lo que hace que estos cocineros, empresarios y sobre todo innovadores, sean especiales y generen tanta admiración. La comida es lo que le gusta diseñar, preparar y servir a un buen cocinero, con ingredientes excepcionales, que ofrezca sabores, texturas y colores sensacionales y que admita un servicio único. Aunque todo éso ya lo sabemos y en El menú no hay nada que no hayamos visto en una cocina de élite.
Buenos sí, en El menú se presenta cómo el cocinero es capaz de gestionar al equipo como si fueran una prolongación de sus brazos. Sus órdenes, secundadas a una única voz, por sus empleados es un aspecto que se desarrolla poco y que convendría conocer mejor. ¿Por qué le obedecen? ¿No se enfadan con él? ¿Les gusta cocinar?
Y, probablemente por eso, el jefe les deja probar a hacer sus propias creaciones que, son una buena excusa para sacar a los comensales fuera del comedor y hacerles vivir experiencias que van más allá del placer de comer. Ver, por ejemplo, a un cliente temblando escondido en el cobertizo donde las gallinas ponen los huevos es uno de los atractivos de la película.
La ambientación es correcta, todo se siente auténtico y bonito. La isla, la sala del comedor con semejante ventanal, los platos y hasta la cocina en la que se generan los sueños. Hay poco uso de los artefactos durante la preparación de los platos y algo nos perdemos ahí con posibilidades infinitas de juegos de luces, colores y texturas.
Los intérpretes están correctos en El menú. No creo que nadie destaque sobre todos los demás. Soy muy fan de Nicholas Hoult aunque su personaje es de los primeros que liquidan y nos dejan sin saber qué ha pasado con su misteriosa acompañante y el porqué de la ausencia de la original. Es un personaje demasiado simple para lo audaz que parece el personajes de Anya Taylor-Joy que nos despista varias veces durante la película y que nunca se llega a entender por qué la eligieron para ir. Al menos la liberaron del flambeado final. No se da ningún cabezazo aunque el final, por lo poco original, puede echarnos fuera de la película.
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