La pareja formada por Don Cheadle y Benicio del Toro funciona estupendamente en la película de Steven Soderbergh No sudden move (Sin movimientos bruscos). La trama está impulsada por un mcguffin estupendo, se trata de un secreto corporativo que es un prototipo para mejorar la combustión en los coches y reducir la contaminación. Son los años cincuenta y un consorcio controla el mercado automovilístico desde la ciudad de Detroit donde la mafia, controlada por líderes en blanco y negro, es contratada para robar el secreto industrial. Y sobre ese mcguffin surge una trama de cine negro espectacular con excelentes interpretaciones.
Don Cheadle está estupendo, es un mafioso, de los ejecutores, no de los que mandan, y su interpretación es poderosa. Entiende rápido que es lo que pasa y se va anticipando, al final descubre que el secreto industrial tiene un precio y lo quiere para él. Su personaje es inteligente y sabe que puede conseguir más y más. Además se protege del personaje de Benicio del Toro que es un viejo mafioso, también ejecutor, aunque le pierde el amor y la bragueta.
Hay personajes fantásticos en la película y las interpretaciones son brutales. Por ejemplo, la mujer de su marido, interpretado por David Harbour siempre está fumando, en todos los planos y en todas las intervenciones. Su marido es un pillastre que trabaja en una de las empresas automovilísticas y además de controlar los secretos industriales no sabe gestionar tampoco su bragueta y tiene una amante. Todos esos enredos consiguen hacer que la película avance y se complique y nadie tiene la visión global de lo que pasa, ni siquiera el espectador.
En el final hay una intervención de Matt Damon que interpreta a un personaje que sí parece que se entera de todo lo que pasa. Domina a la perfección el lenguaje y la verborrea y les mete en un lío a los mafiosos de poca monta que piensan que van a ganar y no. Y sobre todo domina a la policía, con una interpretación breve aunque contundente de Jon Hamm, que es humillado por el magnate de los automóviles y al que compra ¡con una botella de whisky!
Matt Damon, sin acreditar en el reparto, interpreta al personaje que domina y que tiene el control de América. El objetivo es que todo el mundo tenga libertad y haya libre mercado aunque también que nadie se mueva y que todos salgan en la foto sin interferencias. Y para lograrlo si hay que contratar a la mafia se la contrata y si hay que corromper a la policía, se la corrompe.
El problema son los dos versos sueltos, interpretador por Benicio del Toro y Don Cheadle, que se ven metidos en un tinglado que les sobrepasa y que les ayudará a ver cómo se las gastan los poderosos aunque ellos bastante tienen con sobrevivir a los mafiosos habituales, Frank Capelli y Aldrick Watkins. El primero está interpretado por Ray Liotta en una de sus últimas interpretaciones. Fran Capelli es jefe de la mafia y acaparador de mujeres, sin embargo, y aquí hay otra trama de la película, el personaje de Benicio del Toro, se enreda con Vanessa Cappelli, interpretada por Julia Fox, y aquí acabará su sueño americano de conseguir el dinero y el amor consiguiendo plomo.
Los mafiosos, de los dos bandos, se respetan entre ellos y les importa muy poco a quién le sirve el robo de los secretos industriales. Ellos tienen sus códigos y saben lo que tienen que hacer para cumplirlos, lo que pasa es que no confían en nadie y por eso son de gatillo fácil.
La película es muy entretenida aunque hay que estar muy atento a todas las escenas por eso no se pueden dar cabezazos aunque si te pierdes puedes darlos. La ambientación es magnífica y hay posiciones de la cámara muy bien planificadas. No hay muchos exteriores sino interiores en los que pasan cosas que les oprimen y les preocupan todavía más. Magníficas interpretaciones y excelente dirección de Steven Soderbergh que se ha convertido en un director imprescindible.
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