‘Maravillas’, el sueño del control que quieren los adolescentes

Manuel Gutierrez Aragón rodó la película ‘Camada negra’ en 1977 me imagino que como respuesta a lo que estaba pasando en España en aquellos años. Tres películas después rodó ‘Maravillas’ en la que lo que más destaca es la recreación de un mundo soñado. La visión es la de una inteligente joven adolescente que quiere tener el control de la situación.

‘Maravillas’ la debí ver cuando tenía trece o catorce años y muchas imágenes se quedaron frescas y las he recordado ahora que la he visto casi cuatro década después en FlixOlé. Creo que porque es un sueño y una iniciación a la vida adulta, ‘Maravillas’ se conserva bien tantos años después.

La protagonista se llama Maravilla y está interpretada por Cristina Marcos que, me imagino que ya había cumplido los 18 años cuando se rodó. Aunque en la película se indica que los 16 es la edad penal en la España de la época, el inicio de la década de los años ochenta

No es una película de exteriores aunque alguno sale, la zona de Azca, que estaba en plena ebullición con el Windsor y la Torre del Banco Bilbao, de Francisco Javier Sáenz de Oíza, ya construidas. También un descampado que no identifico y al que iban a jugar, en un coche abandonado y saqueado, la joven Maravilla y sus desarrapados amigos interpretados por José Luis Fernández ‘Pirri’ y Yolanda Medina. Además está Chessman, un membrillo interpretado por Enrique San Francisco.

Y porque los jóvenes actores son un poco arrabaleros y desarrapados, además de ladrones y con vidas vividas muy rápido, probablemente se asocie a ‘Maravillas’ con el cine quinqui español. Aunque no tiene nada que ver. Lo que sí es cierto es que tanto Quique San Francisco como Pirri aparecieron en otras películas dirigidas por uno de los mejores representantes de ese cine que fue Eloy de la Iglesia. El juez (!) interpretado por José Manuel Cervino también aparece y es otro de los habituales del cine quinqui como duro policía.

La película presenta a unos padrinos judíos que deben ser una metáfora de la iniciación de Maravilla al mundo y que se recrea al principio de la película con el día de su primera comunión. Y el padre, una interpretación estupenda de Fernando Fernán-Gómez, el que tiene que obedecer las órdenes que recibe de los padrinos que dirigen las acciones de su hija y que, al final, castigan quitándole los vicios y los pensamientos que tiene. También Maravilla aprende la lección y descubre que ella y el padre son los que de verdad se tienen que ayudar.

En la película hay escenas muy notables. La confesión de Pirri ante el sacerdote indicándole que es muy malo varias veces es desafiante. La notoriedad que recuerda el fotógrafo hundido por el auge del fotomatón, y que es capaz de incluir en sus recuerdos a Ava Gardner y Ortega y Gasset.

El padrino Salomón, interpretado por Francisco Merino, recreando historias de personajes americanos deleznables e interpretadas por Quique San Francisco, es un personaje muy atractivo. Las intervenciones de Fernando Fernán-Gómez buscando dinero ajeno, haciendo de fotógrafo, llamando a Chessman ojos de rana, comiéndose el yogur a escondidas y comiéndose un huevo frito, que previamente hace en la sartén, con trozos de pan con avidez entre él y Miguel Molina, un niño que se porta bien y que para Maravilla es un divertimento más. El impermeable de Maravilla, de plástico transparente, es de un par de años antes del que nos fascinó en Blade Runner con Joanna Cassidy.

El cartel de la película, como los que se hacían en la época, recreando personajes en escenas o mostrando su perfil, es de Ivan Zulueta. ‘Maravillas’ dura noventa minutos y no da tiempo a dar ningún cabezazo.

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