‘Smoke’ y los cuentos de Paul Auster en Nueva York treinta años después

‘Smoke’ y los cuentos de Paul Auster en Nueva York treinta años después

La juventud es una puerta de entrada a muchos contenidos, artes y bellezas que te pueden acompañar en la vida. No siempre eres capaz de identificar lo que te puede resultar atractivo y lo que es más difícil es entender lo que estás consumiendo. Quizá en 1995 cuando vi Smoke en el cine, ¿qué sería en el Renoir de Martín de los Heros? no entendía muy bien ni quién era Paul Auster, ni qué era esa ciudad de Nueva York ni qué eran aquellas historias de personas, con las que no hay nada en común, y sin apenas imágenes sino planos medios con los actores interpretando y la cámara acercándose como en aquel vídeo de Bruce Springsteen.

Así que tenía que ver de nuevo Smoke ahora que acababa de fallecer Paul Auster del que todavía creo que no he leído nada. Smoke está dirigida por Wayne Wang y por Paul Auster y en la imagen de más abajo se puede ver parte del proceso creativo conversando con Harvey Keitel que recrea a Auggie. Era otro planeta cuando se rodó Smoke y verla tantos años después, treinta años, ofrece más visiones que las que era capaz de conseguir en la juventud.

Smoke es una historia de personas que viven en la ciudad de Nueva York y que, por causas del guion, se relacionan de una forma más alejada de la amistad o del amor. Son personas que comparten aficiones, el tabaco, que viven la vida de forma triste y solitaria hasta que un ángel se cruza en su camino. También de malandros reconvertidos en humildes y en familiares.

Sí hay una mujer, interpretada por Stockard Channing que fue el amor del Auggie de Harvey Keitel y al que intenta engañar con una potencial hija perdida casi veinte años después. Las tentaciones en la juventud de los noventa llevaban rápidamente a las drogas, en nuestros días el abanico es más amplio, amplificado por las redes sociales, aunque no sé si darían para tan buenas historias como las que nos cuentan Auster y Wang en Smoke.

En la imagen de arriba la escena es un plano de varios minutos con Aggie, Harvey Keitel regalándole al estupendo Paul Benjamin, un espectacular William Hurt, un cuento de navidad. El cuento se ilustra con imágenes durante los títulos de crédito del final y sirve, también para cerrar una historia abierta. El por qué a Auggie le gusta la fotografía y equipado con su réflex Canon, AE-1 ¡el poder de lo analógico!, lleva tomadas más de 4.000 fotografías desde la esquina donde está su tienda, cada día y siempre a la misma hora.

La historia de las fotografías le permite también a Paul Benjamin saber mirar. Parece difícil que un escritor no sepa mirar, aunque en este caso Auggie le enseña a mirar y le explica por qué cada imagen es diferente. Es un street photographer antes de que se llamase así, y Auggie sólo resolvía su necesidad, cómo ver cada día qué le pasa a la ciudad, cómo se transforma con el calor, con el frío, con la gente y con el entorno.

Un álbum que es un repositorio de contenido que actúa como un documento histórico y que convierte a Auggie en un testigo del pasado. Y es lo que probablemente me animara, allá por la juventud, a intentar tomar fotografías de una forma diferente. Aunque han tenido que pasar muchos años para entender un poco mejor lo que puede significar una fotografía y sé que nunca lo conseguiré.

Las historias de Paul Benjamin, un William Hurt muy contenido aunque vibrante y emocionado según descubre que la gente a su alrededor le quiere y le ofrece su cariño para llevar su terrible tragedia. Es un personaje que contribuye a mover las historias, es el ancla alrededor de la que todos giran.

La historia de su ángel de la guarda, interpretado por Harold Perrineau, que le salva de ser atropellado es emocionante y también genera mucho contenido con malos y malísimos de los que algunos se convirtieron en buena gente con esperanza y trabajo. Así es el padre interpretado por Forest Whitaker y que, en los noventa, nos enseñó a vivir con una mano de garfio ¡trabajando en un taller de coches! La escena en la que se descubre la relación paterno filial con Auggie y Paul Benjamin de testigos es de lo más divertida.

Me ha encantado Smoke tantos años después. Es una película en la que no se puede dar ningún cabezazo. Todo es emoción, historias, relaciones y mucha amistad y camaradería en los personajes. En algún lugar se seguirán viendo, seguirán haciendo fotos, escribiendo libros y compartiendo muchas emociones.

Más información | imdb

Sigue la conversación en @elepesypelis

Entrada anterior ‘Cabrini’ una mujer italiana que hacía cosas que los hombres no podían hacer
Entrada siguiente ‘Ripley’ es la serie de Steven Zaillian que nos lleva a disfrutar de una Italia en blanco y negro perfecto

¡Ven a twitch los viernes!

Recent Post

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies