El vino y más concretamente el buen vino, es el motor de Un buen año. Un joven y prometedor broker de la city de Londres, que trabaja en el edificio con más glamour de la ciudad, es el heredero de las propiedades de su tío en la Provenza francesa. La película incluye dos historias, el broker en plena y forma de comprar y vender con la herencia y las dudas que le genera y el niño que se convertirá en broker aunque todavía no se sabe lo que será de su vida.
Las historias del niño con su tío, que nunca se casó, y de Max, que se quedó sin padres muy joven, son de los veranos que pasaban los dos juntos en la casa de la Provenza. El tío le ofrecía vino, mezclado con agua, y le iba enseñando las virtudes del vino. Y no sólo éso, también le enseñaba los placeres de la vida, las mujeres, la libertad, el cuidado de las vides, la fermentación y finalmente saber beber vino.

Las escenas del tío y del sobrino en los veranos en la Provenza son maravillosas. Las relaciones entre ambos son estupendas, el tío es un buen tutor y sabe lo que quiere para su sobrino huérfano. Y el sobrino, todavía un niño, no entiende todo lo que está aprendiendo. Necesitará toda una vida para entenderlo, aceptarlo y rechazar un ofertón de su jefe en la City para irse a vivir, como Ridley Scott, a la Provenza, con su mujer, los vigilantes del vino y las vides que, además, generan un vino que les permite vivir cómodamente durante toda su vida.
Un buen año es la historia de cómo hacer un downshifting, un cambio radical de, en este caso, desde el poder de la bolsa, de comprar y vender, de dominar empresas, de dominar consejos de administración, hasta hacerse cargo de una casa destartalada en la Provenza, con un viñedo, con un par de personas para cuidarlo y un grupo de vendimiadores periódico para conseguir el vino final. Además disfrutar de la vida, de los pequeños placeres y de su mujer que, recuerda, cuando era el niño que fue y cómo ella, siendo una niña, ya le quería.

Los actores están estupendos en sus papeles. La pareja francesa de acompañamiento del tío y después de él, está maravillosa. Los dos quieren que el sobrino mantenga la propiedad, saben que su tío le quería y que él necesita entender lo que su tío quería para él. Y al final lo consiguen aunque le tienen que engañar, desafiar, emocionar y provocar para que él reaccione. El partido de tenis, los paseos por las vides y la cena con la pareja, más el padre, son de muy buen humor y permiten ver cómo la familia también le quiere.

Un buen año es una película para ver periódicamente. Es muy bonita especialmente en las escenas de la Provenza con el niño y el cariño del tío, y con el broker intentando entender qué demonios hacer con su vida. Hasta que el contacto con Fanny Chenal, el personaje de Marion Cotillard, le deslumbra y le hace sucumbir a los placeres sencillos de la vida, no tanto el dinero, que también porque su bodega es famosa, sino por vivir como en un cuadro impresionista en el que, por supuesto, sus habitantes beben vino.
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