El downshifting se puso de moda en los años noventa cuando muchos boomers decidieron reducir la marcha en sus carreras profesionales para vivir vidas más simples escapando del materialismo obsesivo, reduciendo la tensión y el estrés y mejorando los trastornos psicológicos, que ahora, treinta años después, se llama salud mental. Con cada generación pasa lo mismo aunque aquí estamos a mediados de los años ochenta y Kevin Bacon es un broker de éxito que pierde el dinero a la misma velocidad que lo gana.
El objetivo de Quicksilver era hacer un homenaje a los bicicleteros de todas las épocas y de todos los tiempos y aprovechando ese objetivo pues se inventan una historia de un broker venido a menos que se hace mensajero, cuando la digitalización ni estaba ni se la esperaba, y los paquetes con papeles se movían por la ciudad más rápido en bicicleta que en un coche de aquellos gigantescos que había en la América de los años ochenta.
Buscando noticias y opiniones sobre las bicicletas fixie, esto es, bicicletas que si pedaleas se mueven y si dejas de pedalear se paran, así que no necesitan llevar frenos ni marchas, ¡ahí está Kevin Bacon sin frenos! llegué a noticias sobre la película que, tantos años después, se deja ver bastante bien. Aunque tiene mucho de refrito de éxitos de la época.
Tiene un momento flashdance en bicicleta por el que el tiempo ha pasado mal. También la música estridente en muchos momentos de la película ¡Roger Daltrey de The Who con su voz espectacular! y algunos rellenos absurdos como las acrobacias con la bicicleta de los repartidores que, además, sirven para homenajear a los ciclistas universales que, supongo, admiraba el director de la película, Thomas Michael Donnelly del que poco más se supo en el futuro.
A Lawrence Fishburne lo tenía localizado en la película de Searching Bobby Fischer de 1993, era el jugador de la calle que conseguía hacer, aunque de una forma que no le gustaba al académico profesor, al niño jugador de ajedrez protagonista de la película y que sirvió para seguir consolidando a Steven Zaillian como un magnífico artesando del cine.
Aquí Fishburne todavía se llamaba Larry, no Lawrence, y es un pendenciero mensajero que se saca un sobresueldo repartiendo drogas trabajando con los traficantes. Y además apuesta contra Kevin Bacon a que es capaz de ganarle en una carrera por la ciudad, y ése será su final.
Un poco lioso el contenido de la película que mezclaba bolsa, alguna escena como de Entre pillos anda el juego, traficantes de drogas, familia con mucho amor y mucha autoridad ¡son los años ochenta!, casi proxenetismo con el Gitano que le da a todo lo prohibido con su coche de malandro y además las bicicletas con carreras en las que Kevin Bacon nota la dureza de la subida yendo con la fixie por las calles de San Francisco, aunque nunca se sabe en qué ciudad trabajan porque también se reconocen imágenes de Nueva York.
Los planos de la ciudad como si fueran tomados desde la bicicleta es de lo mejor de la película y por lo que mejor pasa el tiempo. La historia de amor, que la hay aunque de soslayo, la protagonizan los personajes de Kevin Bacon y Jami Gertz que iba también para malandra y que se convierte, al final, en paramédica queriendo y compartiendo el piso diáfano ¡se pusieron de moda después los lofts! con el Jack de Kevin, aunque nunca se les ve besarse. Muy entretenida, sin opción al cabezazo y con mucho ritmo aunque hay momentos que decae un poco. Kevin Bacon está muy bien haciendo de Kevin Bacon joven, atrevido y discretamente simpático y cariñoso.
Más información | imdb
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