Está poco inspirado Cédric Kaplish en esta película llamada París. Parece un poco de encargo aunque no lo he buscado. La película, sin embargo, tiene algunos personajes fascinantes. Me encantan los vendedores del mercado y sus vidas que, además, se truncan por una enorme tragedia. También hay una tristeza enorme en la historia del bailarín, de nuevo Romain Duris como actor protagonista, que tiene un problema cardíaco y que, aunque tiene trasplante, su vida pende de un hilo.
Hay dos personajes que me encantan. El profesor de historia, interpretado por Fabrice Luchini, que decide animarse a vivir la vida de una forma diferente, se apunta a una terapia ¡el director luego desarrollará mucho más esta historia!, se pasa a la televisión y se enamora de una alumna ¡y es correspondido! Y luego está la panadera a la que el personaje de Romain Duris le compra el pan y que trabaja con una jefa muy arpía y a la que sabe gestionar con dulzura, cariño y enorme entusiasmo comercial.

La historia que mejor funciona, como ya sabemos con Cédric Kaplish es el humor. Y hay varios momentos divertidos como la situación con el terapeuta, los mensajes que envía el profesor al alumno y hasta los sobrinos del bailarín enfermo que escuchan atónitos lo que les pasa a su tío y lo poco que parece que les importe.
El romance entre el profesor y la alumna es una historia con un final triste. La historia inicial, cómo arranca, las miradas, los mensajes en el móvil, son divertidos y dejan a la alumna, interpretada por Mélanie Laurent, en una situación incómoda. Hasta que entiende todo y acepta el amor del profesor. Pero ella, no sé si es una característica francesa, se mantiene promiscua y cuando el profesor se entera, la tragedia está servida.

Los tenderos del mercado son muy intensos en sus actividades. Es cierto que son fundamentales para hacer avanzar la historia aunque está muy lejos de lo que esperamos ver de París. Sí tiene mucho atractivo la noche loca que se van a disfrutar, con una amigas, del mercado de París, la madrugada comprando y paseando entre frutas, verduras y carne en modo mayorista. Las imágenes son bonitas aunque en cuanto entra la tragedia, o los recuerdos más bien, la historia se cae y no consigue remontar.
Todas las historias están enlazadas. De una forma o de otra todos los personajes están conectados. Es divertido cómo se van presentando aunque no termina de ser una película con fuerza. Quizá es que es triste y no consigue quitarse la tristeza en ningún momento. Y sólo al final, en los títulos de crédito, con Romain Duris bailando con sus amigos, parece que remonta un poco, aunque ya es tarde.

Aunque no se da ningún cabezazo París no consigue emocionar con ninguna historia aunque todas son bonitas y entrañables. Es muy triste la del personaje de Romain Duris que parece que marca toda la película y los que le rodean. Es una pena el papel que interpreta Juliette Binoche que apenas se luce y que no consigue remontar aunque las miradas con Albert Dupontel tienen su gracia. Es una película bonita aunque es una anomalía en la carrera, magnífica, de Cédric Klapisch.
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