No se lo digas a nadie (Ne le dis à personne) es un estupendo thriller francés en la que se sabe que algo gordo está pasando transcurridos los primeros veinte minutos de la película. Lo que no sabes es qué. Así que entonces empiezan a soltar pistas despacito y te vas enterando de que hay algo oscuro en la familia dueña y señora de los caballos. La jinete es la hermana del protagonista, el padre de los dos hermanos es otro empleado del ricachón, interpretado por Jean Rochefort, y la mujer del protagonista es una esposa que transita por caminos peligrosos con un padre gendarme y corrupto al servicio del dueño de la cuadra.
Y todo se empieza a desenmarañar, ocho años después, con un descubrimiento accidental cerca de la propiedad del doctor, una finca magnífica con un lago lleno de atractivos en el que te puedes perder durante días. Y así empiezan a surgir personajes para hacer que avance la historia y se vayan curando las heridas. El mejor personaje de todos los que aparecen es Bruno, es un personaje maravilloso que encaja muy bien en la historia. Aunque también hay más, una abogada, una cuñada lesbiana interpretada por la estupenda Kristin Scott-Thomas y una policía que está dispuesta a llegar al fondo. Y además está el personaje mafioso interpretado por Olivier Marchal que dura poco aunque es malo, malísimo.
Bruno está intrepretado por Gilles Lellouche. Es un personaje salvaje y violento aunque con un gran corazón. Y está dispuesto, por agradecimiento, a ayudar al Alexandre Beck de François Cluzet. Permite que la historia avance cuando a Alexandre le empiezan a achuchar desde la policía y se tiene que lanzar a la carrera por las calles de París. Es una ciudad poco reconocible aunque el director no se corta en mostrar arrabales y jóvenes provocando a la policía cuando pasan a su lado.
La trama policial avanza a trompicones y el espectador hay momentos en los que sabe más que Alexandre. Es una película con trucos aunque se sigue con emoción y atención. Además los actores, no hay ninguno que sobre, son muy competentes. La dirección, y se reserva el papel más desagradable de la película, es de Guillaume Canet que es de los listos de las películas francesas. Es un director con una actitud americana que supongo que no le gustará mucho a sus paisanos.
No se lo digas a nadie es una adaptación de la novela de Harlan Coben que es un thriller bien armado, ejecutado e interpretado. La trama se desvela casi al final y con un personaje que no te esperas, o sí. Y es que va dejando pistas hasta que al final descubres que sólo podía ser él el culpable. La película tiene clase y porque conocemos a todos los actores franceses, si no podría ser una película americana sin problemas. Aunque creo que la mayoría de actores han trabajado en Hollywood y se nota en las actitudes, en la visión y en el lenguaje utilizado.
Las escenas con Alexandre junto a Bruno son de lo mejor de la película, por el ritmo y porque no sabes qué va a pasar en esa situación límite. Sin embargo el amor de los protagonistas ¡que viene desde la infancia! es lo que roba la película. Aunque es un thriller, con escenas estupendas e interpretaciones brillantes. No hay opción al cabezazo y al revés, hay tensión, hay emoción y hay ganas de entender lo que le pasa a Alexandre.
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