Es muy bonita, tierna y emocionante OK, boomer! la película de Milli Vanilli: Girl You Know It’s True. Está hecha con cariño, parece que con mucho tiempo para asegurar que todo cumplía los contratos, ¡que debían ser enciclopedias en los ochenta y noventa! y sobre todo con respeto por los dos artistas, Robert y Fabrice, que las debieron pasar canutas a pesar de la fama ¡la fama cuesta! y que no sabían por dónde les venía el éxito. Tampoco eran conscientes del precio a pagar por ella aunque se esforzaron mucho mejorando su estilo de vestir, sus coreografías, sus relaciones y sus poses ante las cámaras.
El personaje más interesante de la película es Frank Farian, interpretado con brillantez por Matthias Schweighöfer. Es el productor musical alemán que se unió con la periodista Milli, ¡necesitaba una visión femenina entre tanto aparato ingenieril!, y que entre los dos, además de las voces maravillosas de John Davis y Brad Howell, construyeron una maquinaria de generar dólares, fama, vicio y ego que acabó triturando a los protagonistas.
El éxito de Milli Vanilli no era fácil de conseguir. Hacía falta mucho trabajo para alcanzarlo. El ingeniero alemán los tenía bien agarrados aunque en Estados Unidos ellos tuvieron ciertas holguras para construirse un futuro divertido. El productor alemán debió ganar dinero aunque, viendo la película, se notaba que lo que le gustaba era construir éxitos y deshacerse de ellos. Ya había hecho a Boney M. y demostraba que era capaz de construir cualquier superventas.
En la escuela cuando estudiaba había un compañero espabilado que, armado de teclados, decía que lo que necesitaba era una buena cara para tener éxito. Y tenía razón, la historia de la música está llena de personas que, aunque no tuvieran ni idea, salían fenomenal en la televisión y conseguían llenar los conciertos. Eran los años 80 y 90 en los que en España los ayuntamientos hacían lo imposible por llevar a los artistas a sus plazas. Me imagino la increíble demanda para girar con Milli Vanilli por todo el mundo. En Estados Unidos triunfaron.
Y lo consiguieron los artistas. Eran jóvenes, con problemas de integración, con debilidades, con padres exigentes. Y sin embargo se vistieron como artistas, se movían con talento, respondían a la presión y bailaban las canciones estupendamente. El problema era cantar y que, debieron ser muy pesados. Así que el productor se cansó y los descubrió. Es el peor momento de la película porque parece más una venganza, un final de la gallina de los huevos de oro, un portazo a una historia que, no me extrañaría que se hubiera repetido con Boney M. Cuando el alumno quiere ser más que el maestro debe ser agotador. Y el alemán tenía mucho ego, casi tanto como talento.
Así que la historia termina mal aunque no me acordaba de la tragedia final. Es una película muy divertida, con mucho ritmo, con un guión que va del pasado al futuro y viceversa, muy entretenida y que se deja ver. Los actores que interpretan a Robert y a Fabrice hacen muy buen trabajo. Y Milli, Bella Dayne, está magnífica con miradas y equidistancias que la debieron impactar y hacer sufrir mucho.
Una pena cómo terminó la aventura. Para los que vivimos aquella época en mi caso soy de la opinión de que los dos artistas eran un poco petardos porque no cantaban, aunque si ponían la canción en la discoteca o en el bar era imposible no bailarla imitando sus movimientos atléticos.
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