Por Begin again sabemos que al director John Carney le gustan las películas que tienen como temática la música. Si en Begin again se trataba de empezar de nuevo en Sing street explica cómo se empieza en la música ¡con ideas, imaginación, empuje! y sobre todo amor fraternal.
La ambientación de Sing Street es fascinante. Se presenta una Irlanda en los años ochenta en los que la crisis económica se lleva todo por delante y donde hay grandes movimientos migratorios hacia Inglaterra ¡la imagen del Ferry como escape hacia la salvación! En esos años apareció, de verdad, la banda U2 con canciones como ‘Sunday, bloody sunday’ con las que disfrutó mi generación.
En Sing street está la visión del adolescente ¡y que además debe tener todo adolescente! y también el cómo ponerse a la tarea para completarla ¡y lo que se disfruta haciéndolo!
En Sing Street hay sueños, ilusión, amor, triunfo y hasta una huida con la persona amada.
¿Cuál es el papel del hermano en Sing Street?
Los hermanos, especialmente los mayores como el de la película, son motores a reacción que empujan y empujan mientras los menores van a la cola aprovechando el camino abierto. Y eso es lo que le aporta el hermano mayor a Conor, el protagonista de Sing Street, un espacio en el que desarrollarse con contenidos y experiencias que se pueden aprovechar y en el que tiene completa libertad para moverse.
El hermano mayor, Brendan, también establece un espacio de seguridad entre la crisis familiar y económica para proteger a Conor y dejarle crecer y desarrollarse. La escena final es muy emocionante y bonita porque Brendan está muy satisfecho de su trabajo y sabe perfectamente que Conor conseguirá alcanzar lo que se proponga.
Las escenas de cómo avanza Conor en su búsqueda son fascinantes. Ante una crisis o una necesidad de avanzar siempre hay un disco con respuestas y un estilo que se adopta en un vestuario con el que ir al colegio cada día. La evolución desde David Bowie, The Cure, Paul Weller ¡qué sería del Pop sin Paul Weller! y al final Spandau Ballet, es maravillosa y te hace soltar la carcajada con las imágenes utilizadas.
Hay muchas escenas brillantes en la película: la búsqueda de la banda ¡necesitamos un negro!, la necesidad de conseguir una música para cada canción con el apoyo constante del guitarrista ¿es The Edge de pequeño? al que le pregunta: ‘me ayudas’ y su respuesta ‘¡siempre!’. También la recreación del ambiente y estilo años 50 que aparecía en la película Regreso al futuro y muchas más como la de ¿parece convincente que me tiro al agua? cuando se van a rodar a la costa. No hay espacio para el cabezazo, todo lo contrario.
El actor Ferdia Walsh-Peelo es Conor en la que parece que es su única interpretación para el cine. El director sabe sacarle imágenes en las que parece mucho mayor de lo que es y casi te lo puedes imaginar como un brillante músico de éxito en los ochenta, los noventa ¡y más allá!
De la película también extraigo una lección: el uso de la tecnología y su adaptación a los tiempos. Si la música o la literatura del romanticismo se hacía con velas, mucho amor, soledad y mucho papel (libros y partituras), la música de los años 80 utilizaba la técnica audiovisual. Es muy interesante como uno de los chavales protagonistas decide grabar todo lo que hace el grupo de música porque es lo que veía en la televisión con otros grupos de música. Los que entendieron muy bien el lenguaje audiovisual fueron Duran-Duran o Spandau Ballet y el grupo aprende de esa experiencia y la utiliza para crecer.
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