He visto esta película dos veces y las dos me ha dejado una gran impresión. La historia es tan potente que es imposible que no impacte al espectador. Lubna Azabal es Nawal Marwan una mujer que al morir les pide a sus hijos que cumplan el último favor. El notario les hace entrega de la última voluntad de Nawal y los hijos descubrirán la terrible historia de la madre y también la increíble aventura de la vida de la mujer que canta. El testamento de Nawal Marwan hace referencia a que ella no tendrá descanso, una lápida y un ataud, si sus hijos no encuentran a su hermano y a su padre.
A partir de ahí los hijos, gemelos, chico y chica, acompañan al espectador por la historia de la madre. Una horrible historia en la que la familia de Nawal la deja abandonada por estar embarazada. Las guerras de Oriente Medio la harán caer en manos de un terrible terrorista que la domina mientras ella pasa mucho tiempo en la cárcel. Su único objetivo es sobrevivir y para ello decide cantar. Es la mujer que canta la que construye su leyenda y la que finalmente reside en Canadá con sus hijos haciendo vida normal hasta que descubre la horrible verdad. Y sus hijos también, las matemáticas no son perfectas y uno más uno no son dos.

La terrible historia de la madre se puede ir viendo durante toda la película. Es una superviviente aunque en Canadá, país en el que pudo vivir con sus hijos, descubre la verdad. Es de casualidad, una tarde que nadaba en la piscina con su hija y descubre, con terror, la marca en el pie de uno de los bañistas acompañado por sus amigos.
Es la marca del hijo que le hizo la abuela antes de que ella tuviera que huir de la vida familiar. Su familia mató al padre de su hijo y a ella le dejaron con vida aunque la separaron del hijo. El hijo evolucionó al terrorismo y lo encuentra, al fin, en Canadá. Aunque lo había visto antes.

Por eso la madre le pide a los hijos que les entreguen una carta al padre y al hermano de sus hijos. Y al final lo consiguen. Claro que como uno más uno no son dos entonces lo que entregan son una carta al hermano y una carta al padre. Solo la madre lo supo cuando se asomó a la piscina y vio la marca del hijo y la pertenencia al mal del terrorista que se bañaba en la misma piscina.

La primera carta se la entrega al padre de los gemelos y está llena de desprecio. Y la segunda carta se la entrega al hijo, una carta de amor y cariño que recuerda la importancia del amor. La película te deja un cuerpo extraño aunque lo más importante es que Nawal Marwan, qué nombre tan excelente para un personaje tan atormentado, consigue la paz y la tranquilidad con la lápida y su ataúd. Y su hijo también podrá visitarla. La carrera de Denis Villeneuve ha devenido en otro tipo de películas aunque en esta historia el pulso es magnífico y muchas imágenes son impactantes. La que ilustra el artículo con el fuego del autobús es de las que no se borran fácilmente.
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