‘Blue Velvet’ con David Lynch divirtiéndose haciendo cine negro al mejor estilo sueño eterno

‘Blue Velvet’ con David Lynch divirtiéndose haciendo cine negro al mejor estilo sueño eterno

En Blue Velvet, la película de David Lynch que probablemente más conoció nuestra generación, empieza con un pueblo feliz, un pueblo anodino, un pueblo maderero, un pueblo de Estados Unidos en el que nunca pasa nada. Así era el cine de los años ochenta de los americanos, nunca pasaba nada. Hasta que un simplón Jeffrey Beaumont, interpretado por Kyle MacLachlan, descubre una oreja en un prado con alguna hormiga recorriendo pabellones. Y ahí empieza otra película y ahí también cambia la forma en la que vamos a ver las ciudades de Estados Unidos, ¡algo pasa en las ciudades aunque sean los más tranquilos!

Así que David Lynch descubrió que había unas películas escondidos en los pueblos de América y se puso manos a la obra para sacar sus proyectos adelante. Aquí Jeffrey Beaumont empieza a moverse por espacios y lugares ¡la calle a la que le decía su tía que no fuera! junto con Sandy Williams, interpretada por Laura Dern, que parecía una Sandy de Grease y a la que, poco a poco, Jeffrey va conduciendo a un tenebroso submundo. En él habita el personaje de Dennis Hopper, un temible Frank Booth, el más inquietante de la película, está como una cabra aunque es implacable. Y su misión es hacer el mal de una forma que corrompe todo lo que se puede corromper a su alrededor sin que el ciudadano normal se entere de qué se hace con sus impuestos. Aunque el menor riesgo, si te enfrentas a él, es que te corten la oreja.

En el submundo que nos presenta David Lynch viven personajes muy raros. Dorothy es la cantante del terciopelo azul que interpreta Isabella Rossellini y que le gusta que se porten mal con ella. Es como una dama del cine negro clásico que, en el universo de David Lynch, tiene nuevas visiones. Y Jeffrey la embarca con él y con Sandy. Un triángulo muy raro ante el que la Sandy, hija de policía, descubre que también tiene otras inquietudes que quiere satisfacer.

Frank es el loco de la película, el malvado, el sin escrúpulos, el rápido al apretar el gatillo y también el más rápido cuando se lo monta con Dorothy. Así que ella desarrolla habilidades muy oscuras para conseguir llegar al orgasmo y ahí Jeffrey demuestra ser un campeón que también desconocía esta faceta oculta como la maldad existe en el pueblo que se dedica a extraer madera en el bosque.

Jeffrey vive en el piso de Dorothy casi más que en el suyo. Se mete en un armario con puertas laminadas que, iluminado con la luz exterior, genera escenas icónicas e imitadas con sombras y claros en la cara del apocado joven. El piso es morado, el terciopelo azul y la paleta de colores en la película es viva, un poco como sacada de imágenes de Edward Hopper y David Hockney.

El mundo de Frank es asqueroso. Hay prostitutas, drogadictos, cantantes patéticos, matones insoportables y mucha corrupción en el ambiente. Hay muertes y asesinatos y hasta un casi muerto consigue mantenerse de pie entre estertores. Todo son escenas de profunda violencia. Y tiene un coche lleno de oscuridad en el que pasan cosas terribles ¡su banda es un atajo de malnacidos! que petardea por la ciudad persiguiendo inocentes. Es el coche de Grease que nunca vimos, es la maldad, es la oscuridad, es el greased ligthing que nos lleva a la perversión y a la desgracia.

Sandy: no sé si eres un detective o un pervertido…
Jeffrey: cuando lo averigües, dímelo.

Jeffrey y Sandy son dos tortolitos ajenos a este mundo de bajos, muy bajos fondos. Viven muy protegidos por sus familias, son estudiantes con futuro y tienen ganas de cumplir el sueño americano. Pero David Lynch tiene otros planes para América.

Terciopelo azul es impactante, es densa, es sugerente y probablemente es un producto digerible que nos gustó a nuestra generación. Son escenas muy potentes y diferentes con el bien, un poco sencillo y simple, totalmente arrasado por el mal con locos asesinos y policías corruptos dispuestos a quedarse con el trozo más grande del pastel. O con el pastel entero.

La música nos encanto, las atmósferas de Angelo Badalamenti y el clásico Blue Velvet de Bobby Vinton. Las imágenes son potentes, deja que la cámara se recree en las escenas y en los personajes y el mundo negro coge mucha fuerza en el cine. Ya lo habíamos visto en el cine negro de los años cuarenta y cincuenta y volverlo a ver en colores, con personajes demoníacos y otros blanditos aunque dispuestos a recorrer caminos de oscuridad. No se puede dar ningún cabezazo. Algunas películas de David Lynch del futuro serán más complicadas, ésta se deja ver y se disfruta mucho.

Más información | imdb

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