‘Anselm’ y la monumentalidad del artista total sin límites retratada por la cámara de Wim Wenders

‘Anselm’ y la monumentalidad del artista total sin límites retratada por la cámara de Wim Wenders

Ansel Kiefer es un artista total. Es pintor, escultor y trabaja su obra en un espacio que forma parte también de su arte. Wim Wenders persigue a Ansel con su cámara por la nave industrial en la que trabaja el artista y que recorre en bicicleta, como se puede ver más abajo. Sin embargo la nave es uno de los espacios en los que crea y en la película también aparece una especie de polígono industrial en el sur de la Francia en el que realiza su trabajo con decenas de colaboradores, ayudantes y artistas. Los planos en los que quema el cuadro mientras sus ayudantes están atentos para que no se destruya son espectaculares.

Toda la película es una obra de arte, por lo que en ella aparece y por cómo está compuesta Anselm para que también sea un trabajo reconocible. El plano del bosque, en la selva de Oden, parece al amanecer, es el que me parece más espectacular aunque hay muchos más, las estructuras de vestidos de mujer, tronco y parte de las articulaciones, con las piedras en el suelo y la vida interior que decora las cabezas, la música que acompaña las imágenes, las recreaciones de la infancia y de la juventud de Anselm. Hasta las imágenes de la película se muestran en televisiones con tubo de rayos catódicos alemanas fabricadas en los años ochenta, Todo el conjunto es una experiencia sensorial aunque las obras de Anselm se llevan todo el protagonismo.

Se puede decir que Ansel tiene una necesidad de ocupar espacio porque se expande con su creatividad, su pasión y sus ganas para seguir haciendo arte. Es un artista que se sale literalmente de la caja y construye más allá de lo que los habituales son capaces de crear. Tiene una fuerza creativa al alcance de artistas como Chillida en Ciento volando aunque este artista no está preocupado en vaciar sino en rellenar y en sofisticar.

Y es que Anselm, desde pequeño, estuvo observando los restos de la guerra. Él nació en 1945, y vivió en la Alemania derrotada en la segunda guerra mundial en la que se escondieron muchas cosas debajo de la alfombra. También aprendió a mirar y desde pequeño le gustaba construir estructuras imposibles. Aquí se le recrea pintando un dibujo de una comunidad de vecinos con una escalera imposible y unos personajes que podrían ser los de Ibañez en 13 Rué del Percebe. Anselm es capaz de escuchar a sus creaciones y así puede seguir construyendo, adaptando, mejorando en su arte.

Anselm Kiefer lleva al hombros al niño que fue. Es la inspiración para seguir trabajando y esa singularidad de tener un motor adicional en la cabeza es lo que recrea con los vestidos de mujeres y esas estructuras, libros, esferas, por ejemplo, que les ocupan la cabeza.

Y Anselm Kiefer, artista provocador, en la juventud, reconoce que todavía hay heridas sin curar y que cualquier contenido que recuerde a los nazis está condenado al fracaso. No es lo que más me gusta del documental y prefiero ver al artista trabajando en sus obras, compartiendo sus éxitos o viéndole disfrutar del proceso creativo. Y también fumando puros con estilo.

Anselm Kiefer es un artista total, inacabable e inabarcable, y la película lo retrata muy bien. Es bonito cómo cuenta la historia Wim Wenders y cómo nos va haciendo llegar al artista hasta empatizar con él casi sin esfuerzo. Aquí viste casi siempre de negro, es verano y va con una camiseta negra, pantalón negro y unas chanclas. Está en forma y sus imágenes parecen mostrar a un artista al que nunca se le para la cabeza con creaciones que, literalmente, se salen del espacio.

De las mayores inspiraciones para Anselm es el horizonte. Le encanta dibujar horizontes, con múltiples texturas, y con un cielo oscuro en muchas ocasiones. También juega con los blancos, grandes campos nevados que recrea con una especie de machete como espátula con el que desparrama la pintura con increíble precisión en el lienzo gigantesco.

Las imágenes simbólicas, hay mucha mitología, Lilith está presente en toda la película y hay mucho contenido más allá de la racionalidad. Anselm Kiefer y Wim Wenders nacieron el mismo año, en 1945, y aunque sus carreras artísticas son muy diferentes, tienen en común la capacidad de crear arte de forma brillante. Los dos empezaron a destacar en los años setenta y, cincuenta años después, siguen muy vivos y con capacidad para sorprendernos. No se puede dar ningún cabezazo con Anselm y además se disfruta mucho del trabajo de los dos artistas.

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