Cada vez que pasaba por la estación del metro de Cuatro Caminos en los años noventa al subir un tramo de escaleras estaba el cartel de Amor a quemarropa con Christian Slater y Patricia Arquette. Nunca vi la película y éso que vi el cartel muchos meses, nunca lo quitaban. No tenía ni idea de lo que significaba aquella película ¡no había Internet para buscar!, veía que era Tony Scott aunque me gustaba más su hermano Ridley. Y de los actores no recordaba más que a Slater vestido de franciscano disfrutando de los placeres del sexo en El nombre de la rosa. Me parecía una película extraña y difícil de comprender.
Y efectivamente, más de treinta años después la he visto y aunque es muy rara es muy divertida y es auténtico cine de Quentin Tarantino. Claro que en la producción estaban los Weinstein que supongo que se pasarían por los rodajes para ver cómo se manejaban los actores, las actrices, el guionista y el director. Y es que el guión de Tarantino tenía tantos detalles que supongo que a Tony Scott le dieron un poco igual y los pasó por alto. Así que, con los Weinstein, se fue animando a dirigir sus propias películas.
En True romance, aquí en España Amor a quemarropa, hay una escena típica de Tarantino que interpretan Christopher Walken y Dennis Hopper. Es un casi monólogo liderado por Walken, que interpreta a un italiano mafioso dueño y señor de la droga, que va enredando a Hopper que interpreta al policía padre del protagonista, interpretado por Dennis Hopper. Entre los dos actores se crea una atmósfera de complicidad y los dos se van alimentando el diálogo hasta terminar como sólo Tarantino sabe terminar, con violencia sin límites.
La que está encantadora, y ha sido una sorpresa, es Patricia Arquette. Interpreta a una mujer vulgar que trabaja en la profesión más vieja del mundo y que tiene el encargo de animar al hijo del policía por su cumpleaños. El chaval es un poco simplón y aburrido aunque cuando ve que ella le responde se viene arriba, muy arriba, y se dedica a enredar a los mafiosos italianos, no sin antes disfrutar con el personaje del traficante interpretado por Gary Oldman hasta dejarlo hecho un guiñapo.
Y a partir de ahí la película se convierte en una huida de los dos jóvenes en busca de la soleada California donde van a disfrutar de su botín. O no, porque en la soleada tierra prometida hay de todo vigilando a los traficantes y sus mercancías.
La interpretación de Christian Slater va de menos a más. Al principio es un apocado joven que depende de lo que diga su padre y, en cuanto conoce a la Alabama de Patricia Arquette se convierte en otra persona, es valiente, temerario, alocado y divertido y todo lo interpreta bien.
No se da ningún cabezazo en Amor a quemarropa. Claramente Tarantino fue puliendo su estilo y dejó de incluir tanto contenido. Aquí hay decenas de detalles que quiere incluir el guionista y que supongo que el director iría puliendo, matizando o simplemente eliminando porque él sabía que no hay que apabullar al público. Y es que la historia es lo suficientemente atractiva para aguantar el paso del tiempo.
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