La película Tardes de soledad se recrea en la desigual pelea del toro con el torero durante muchas escenas. Son escenas con teleobjetivo que comprime la escena y que pone al toro y al torero en el mismo plano, como en el cuadro del Guernica de Picasso, y que se enmarcan entre las tablas del burladero y la arena de la plaza. Ésos son los protagonistas de la película, el toro, el torero, las tablas ¡el refugio a un lado y el peligro al otro! y la arena.
Y cuando la arena es la de Sevilla las imágenes son otras. Es fantástica la arena de la Real Maestranza de Sevilla y son una maravilla las imágenes que se muestran en la plaza. El rojo de las tablas sirve para enmarcar las escenas y en este contexto se muestra la impresionante cogida de Andrés Roca Rey en Santander. Lo que pasa es que, con tanto teleobjetivo, no se puede ver cómo Cayetano Rivera le salva la vida y se le da poca importancia al momento en el que el banderillero Antonio Chacón le rodea para protegerle y salvarle también. Además Albert Serra no escatima en imágenes y las muertes del toro se muestran en toda su crudeza con detalles como los ojos en blanco y los espasmos finales. No es apto para todos los públicos aunque se salieron pocas personas del cine. No es como en una plaza de toros en la que, principalmente los asiáticos, al segundo toro ya se han ido.

No me gusta el toreo de Andrés Roca Rey y en la película se muestra en todo su esplendor y detalle ¡con el teleobjetivo! En las imágenes no se pueden apreciar los infinitos matices que hay en una plaza de toros y si además se utiliza la lente para comprimir las imágenes la pérdida de información es total.
Apenas se puede ver a la gente como público, las suertes se centran sobre todo en la faena de muleta y la de matar. También se ven banderillas y el momento del picador con mucho detalle. Es como ver el cuadro de Picasso por partes y con un nivel de compresión inmenso de la imagen.

Y después hay otras escenas. Fuera del momento en el que el toro está en la plaza. Hay imágenes, las primeras y contundentes, del toro en el campo bufando y ofreciendo una estampa de poderío, también de tranquilidad y que, después, en la plaza, se convierte en otra cosa, fiereza, danza, armonía y muerte al final. Aunque claro, para éso el torero tiene que saber lo que hay que hacer, que no es nada fácil y que va más allá de cambiar el pase en el último momento en plena embestida del toro.
Además hay momentos para el después de lo que pasa en la plaza. Se ve un par de veces o tres a Andrés Roca Rey sentado en su furgoneta ¡con la R como marca de la casa en el cabecero! vestido después de pasar por la enfermería. Demasiado sufrimiento en las gradas genera este torero aunque hay todo tipo de público en las plazas de toros. Quizá tantas como personas y así le pasa a la película, tendrá tantas visiones como espectadores que la disfruten.
Andrés Roca Rey viste de rojo y negro en muchas escenas y que le da una elegancia extrema. Probablemente el director influyó en el vestuario, o no. Porque al torero le da igual el traje, tiene valor para irse a por el toro y hacerse con él independientemente del color del traje que vista.

Además de la cuadrilla de Andrés Roca Rey en la que Antonio Chacón brilla como peón de brega, ofreciendo ayuda desinteresada al maestro ¡la pasta especial de los toreros! y como animador ¡¿dónde lleva el micrófono el torero?! en la furgoneta y en el hotel. También aparece Roberto Domínguez como apoderado. Leo que dejó de serlo a finales del año 2024. En la película se puede ver el extraordinario documento del diálogo entre el torero y el apoderado.
“No me explico por qué no me ha pasado nada” le dijo Andrés Roca Rey a Roberto Domínguez después de la cogida de Santander. “Tú siempre vas a tener suerte porque te la mereces”, le responde Roberto Domínquez
Y hay muchas escenas y planos del momento de la vestimenta. Se puede ver al torero en manos de su mozo de espadas, Larita, vistiéndose de torero ¡se visten en un hotel porque si lo hicieran en casa parecería un disfraz! y poniendo todo el empeño en hacer que el torero esté tranquilo. Apenas hay diálogo y los momentos del vestuario son de altísima concentración.
Hay una escena en la furgoneta en la que toda la cuadrilla dicen que se van a echar una cerveza en la habitación del hotel. No sé si Albert Serra lo hubiera querido mostrar pero una vez estuve en una habitación de hotel después de que pasasen por ella los toreros, al volver de la plaza, y lo que más me sorprendió fue cómo el suelo estaba lleno de arena. Y éso es sólo una parte de las tremendas aventuras emocionales ¡el sudor de Andrés Roca Rey antes de la faena no se puede interpretar!, que viven los toreros en un ambiente sólo apto para unos pocos elegidos que se enfrentan al miedo y a una alimaña, como decía el ganadero Victorino Martín, y de la que suelen salir vencedores consiguiendo el aplauso y el reconocimiento del público.
No hubo aplausos en la proyección a la que asistí y no creo que nadie diera ningún cabezazo. La película tiene el ritmo que le gusta a Albert Serra, se trata de poner la cámara en un espacio natural y dejar que pasen cosas, aquí no hay interpretación, sólo hay verdad, como dice Antonio Chacón. Una verdad muy intensa, real y emocionante. ¡A los toros!
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